EL MUNDO 10/12/13
· La «represión» de España contra Cataluña durante los últimos tres siglos es «una realidad objetiva» de tal calibre que no admite debate histórico ni académico alguno. Decir lo contrario es, en cambio, un acto de «propaganda» política o bien propio de opinadores «sin credenciales» para criticar «una realidad indiscutible y rigurosa», según los organizadores del simposio España contra Cataluña: una mirada histórica (1714-2014).
Bajo esa perspectiva, la Generalitat celebrará a partir del jueves el controvertido encuentro académico, bajo insistentes peticiones de suspensión en el Parlamento de Cataluña y cuyo sesgo ideológico ha logrado suscitar el rechazo radical tanto de partidos como PP y Ciutadans, como de sectores académicos y culturales españoles y catalanes, como el Círculo de Cultura.
Ninguna de dichas críticas, sin embargo, hizo flaquear ayer al historiador Jaume Sobrequés, director del simposio y autor de su polémico título, además de máximo responsable de un contenido que definió como «científico y académico». Así, el Instituto de Estudios Catalanes (IEC) acogerá hasta el sábado, en el marco de los actos del Tricentenario de la caída de Barcelona en manos de Felipe V, en 1714, ponencias con títulos tan controvertidos como La apoteosis del expolio, La falsificación de la historia o La humillación como desencadenante de la eclosión independentista, con la que el sociólogo Salvador Cardús concluirá unas jornadas organizadas desde el Departamento de Presidencia de la Generalitat y cuya celebración el Gobierno autonómico se encargó ayer de certificar.
Sin alcanzar la contundencia demostrada por Sobrequés, el conseller de Empresa, Felip Puig, descartó ayer mismo la suspensión de la convención, al considerar que se trata de la «constatación de 300 años complicados», aunque sí consideró «una obviedad» la idoneidad tanto de su celebración como de su título. El titular de Empresa defendió, además, que el simposio dará voz «a profesionales de uno y otro espectro ideológico». Algo que, si se observa el contenido del programa, no resulta tan evidente. Según queda recogido en el mismo, las ponencias están divididas en tres grandes bloques que se limitan a desgranar la «represión» española hacia Cataluña –institucional, política y administrativa; económica y social, y cultural y lingüística–, con un apartado final dedicado al «exilio» desde el siglo XVIII.
El simposio, en todo caso, sólo es una de las aportaciones del Centro de Historia Contemporánea de Cataluña (CHCC) al debate soberanista y a su insistencia en constatar la «opresión» española. Tal y como anunció ayer Sobrequés, el organismo que dirige y que depende de Presidencia está trabajando ya en «un informe tremendo» que se presentará durante 2014 y que demostrará la «animadversión [de España contra Cataluña] de forma demoledora y absolutamente incontestable» a lo largo de los últimos 300 años. Para ello, el ente está recopilando decretos contra el catalán como el de Nueva Planta de Felipe V o las decisiones publicadas en el Boletín Oficial del Estado (BOE), sin centrarse únicamente «en el franquismo o la dictadura de Primo de Rivera, que sería lo más fácil», sino también en las órdenes decretadas por los gobiernos de la democracia. Un ejercicio «a coste cero» y cuyas conclusiones, auguró, «harán cambiar de opinión» a quienes piden la suspensión del simposio y su propia destitución únicamente con «objetivos propagandísticos».
Entre ellos, el director del CHCC señaló directamente al PP catalán, cuya líder, Alicia Sánchez-Camacho, insistió ayer en el Senado en exigir a la Generalitat la cancelación de unas jornadas que los populares interpretan como «una ofensa para todos los catalanes, todos los españoles y para España». Según explicó, este tipo de actos demuestra «la verdadera cara de la Generalitat», a la que acusó de «fomentar el odio, la separación y la división», además de azuzar la «hispanofobia» en Cataluña.
Una tesis que sostuvo también el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, quien ayer consideró en la Universidad Pontificia de Comillas que la celebración de las jornadas es una «flagrante falsificación de la Historia que no contribuye en nada a mejorar la relación entre los catalanes y el resto de España», informa Europa Press.
EL MUNDO 10/12/13