Iñaki Ezkerra-El Correo

  • No se entiende el rechazo del PP a incorporar a las listas europeas a Vidal-Quadras

Lo ha corroborado el propio Alejo Vidal-Quadras en un triste y sincero artículo: el pasado 13 de febrero se entrevistó con Alberto Núñez Feijóo en su despacho de la calle Génova y le expuso su deseo de volver al Parlamento Europeo en la lista del PP. Los motivos que daba para ello eran absolutamente comprensibles y razonables. Entre éstos había uno de indudable peso político: ese fichaje proporcionaría una clara señal de la capacidad de Feijóo «para unificar el centro-derecha». La forma de expresarse de Vidal-Quadras era de lo más eufemística pues, más que «para unificar», esa oferta suya habría servido para reunificar; y no ya al centro-derecha, sino a derecha misma. ¿No es la obsesión de Génova eliminar del mapa nacional cualquier mínima opción política que pueda restarle un solo voto? ¿No es su propósito primordial acabar con Vox? ¿Qué mejor forma de avanzar en ese objetivo que recuperar al mismo fundador de ese partido que le aguó al PP la fiesta electoral del pasado 23 de julio?

La verdad es que no se entiende el rechazo de Génova a ese ofrecimiento. Y se entiende menos aún que Génova haya filtrado la noticia, tanto de la oferta como del desprecio a ésta, en las mismas vísperas de las autonómicas catalanas en las que la figura de Vidal-Quadras, pese a no concurrir electoralmente y reservarse para las europeas, habría actuado, sin duda, como una sombra benéfica y un verdadero activo publicitario para un PP que no se puede permitir desdeñar un solo voto en esos comicios. No se entiende en un Feijóo que hasta ahora había hecho gala de un estilo reunificador de su propio partido, hasta el punto de dejarse escoltar en su mítines por las momias de Aznar y Rajoy que, en el actual y enrevesado contexto catalán, traen a la mente de los electores los peores recuerdos. No se entiende en un PP que, de cara a esas elecciones catalanas de este próximo domingo, ha estado hasta el último momento jugando sucio y fichando al último y más grisiento zombi que se le insinuaba, para las europeas y lo que fuera menester, desde el naranjismo difunto.

No se entiende, no, el desaprovechamiento de Vidal-Quadras y de una oportunidad como ésa para empezar a cerrar una herida que en realidad se abrió hace tres lustros y ha dinamitado a toda la derecha española. Hay quien piensa que Vox surgió como un efecto del procés catalán, pero su origen está en la crisis del PP vasco de 2008, que planeó sobre el congreso de Valencia de aquel mismo año. Mientras ese partido no cierre esa vieja herida, no curará su infección y su salud se resentirá especialmente en Cataluña y el País Vasco. Con la filtración de Génova, lo que han hecho es echar sal sobre ella. Tomando una expresión de Valle-Inclán, «¡cráneos privilegiados!».