PEDRO GARCÍA CUARTANGO-ABC

  • La carta de Pedro Sánchez a Núñez Feijóo es transparente y anticipa que nada va a cambiar en la política

La carta de respuesta de Pedro Sánchez a Feijóo es un documento sin desperdicio que revela la disposición mental del presidente tras las elecciones. Dice que se alegra de haber recibido la misiva y que es una oportunidad para retomar el diálogo y, acto seguido, se niega a mantener una reunión con el líder de la oposición y vencedor de los comicios.

Tras formular una serie de agravios y reproches, Sánchez ningunea al PP al responder a Feijóo que espere a la ronda de contactos con otros partidos tras la constitución del Parlamento. Lo que equivale a tratar a la formación de Génova como a UPN o a Coalición Canaria. Una actitud que dista mucho de la voluntad expresada por dirigentes socialistas de negociar con Puigdemont cuanto antes.

Toda la carta, desde su «estimado Alberto» hasta que concluye con que estará «encantado» de reunirse con Feijóo, rezuma no ya sólo una falta de cortesía elemental, sino además desprecio y, sobre todo, rencor. Sánchez no va a perdonar las afrentas. Ese es el verdadero mensaje que quiere transmitir. Es la reacción característica de un hombre dolido y humillado que ha encontrado la oportunidad de vengarse. Es también la respuesta de una persona que ha interiorizado su condición de víctima y que quiere reafirmarse tras lo que él considera una injusticia.

Sigmund Freud analizó el rencor con lucidez al subrayar que la ofensa provoca una herida narcisista que es interiorizada. La víctima incurre en una reacción autodefensiva de dividir el mundo entre buenos y malos y rechazar todo lo que viene del ofensor. Esta actitud tiene dos consecuencias. La primera es que nubla el juicio y convierte en prisionero de su propio rencor al que no olvida el agravio. Y la segunda es que fomenta una versión distorsionada de la realidad. El ofendido jamás acepta que su adversario pueda albergar buenas intenciones o un sincero propósito de arrepentimiento.

Sánchez, y esto es lo esencial, carece de la suficiente objetividad y distanciamiento para calibrar la nueva situación que emerge de los resultados electorales porque su obsesión, como la carta demuestra, es devolver las humillaciones sufridas. No perdona al PP lo de derogar el sanchismo, ni lo de que ‘te vote Txapote’, ni las acusaciones de haber faltado a su palabra.

Por lo tanto, será casi imposible un pacto entre los dos grandes partidos para superar la dinámica de bloques ni serán posibles los acuerdos si él gobierna. Ya ha asumido ese «no pasarán» que clamaban sus bases en Ferraz. El frentismo por encima de cualquier lógica.

Todo ello remite a la profecía que se cumple por sí misma. Si demonizas a tu adversario y le caracterizas con rabo y cuernos, es enteramente justificable que no pactes con él. La carta de Sánchez es transparente y anticipa que nada va a cambiar en la política.