Tonia Etxarri-El Correo

El discurso contra la corrupción del PSOE actual cae en saco roto cada vez que Pedro Sánchez y su entorno se enrocan desviando el foco del caso Koldo-Ábalos para lanzar toda su propaganda contra el PP. El ministro Bolaños asegura que a la gente le molesta la utilización del comodín ‘y tú más’ pero esa fue su actitud, la del presidente del Gobierno y el ministro Marlaska en la sesión de ayer en el Congreso. El pleno en el que la oposición le pedía explicaciones al presidente del Gobierno por el presunto fraude del comercio con las mascarillas se convirtió en un alegato de Sánchez contra la corrupción política, pero sin responder.

La delicada situación que está atravesando la familia sanchista facilitaba que el PP tomara la iniciativa parlamentaria pero sin lograr el efecto buscado. Que el presidente respondiera, que asumiera las irregularidades porque la corrupción esta vez, como antes ocurrió en Andalucía, ha vuelto a llamar a su puerta. Lejos de responder, Sánchez volvió a exhumar el caso del hermano de la presidenta Isabel Díaz Ayuso que ni siquiera fue caso porque la justicia lo archivó. Pero le daba igual. «¿Por qué cayó el señor Casado?», le preguntaba insistentemente Sánchez a Feijóo, porque a este presidente le sobran los jueces y él sigue decidiendo quién es culpable o inocente, según le convenga.

¿No se trata, ahora, de actualizar los deberes, presidente, y saber qué ha ocurrido con las presuntas ‘mordidas’ en el círculo de sus más íntimos colaboradores durante la etapa de la pandemia? Las preguntas pertinentes de ayer –¿por qué cesó a Ábalos en 2021?; ¿por qué le ha purgado ahora en el grupo parlamentario y en el partido?– chocaban contra el muro de Pedro Sánchez. Su actitud contraatacando a quienes preguntaban no ayudaba a convencer a sus señorías de que el partido sanchista está dispuesto a llegar hasta el final de la corrupción. De la corrupción propia, se entiende.

Sánchez tuvo la oportunidad de negar que tuviera conocimiento sobre la presunta trama de corrupción. Se la sirvió en bandeja Feijóo en sus preguntas.

¿Cuántos Koldos procedieron durante la pandemia? ¿Sabía lo que estaba ocurriendo? Pero no lo hizo. Al contrario. Acusó al PP de pretender sacar tajada de la corrupción. Quienes han sido capaces de reformar el Código Penal a la carta de Puigdemont para rebajar el delito de malversación claman, como hizo Bolaños, que les repugna la corrupción. Les repugna tanto que la pretenden amnistiar para que Junts le permita aguantar un poco más en la Moncloa. Mensajes hueros que, fruto de la desesperación, caen en la hipocresía.

Sánchez no está gestionando bien esta crisis pretendiendo cerrarla con golpes de autoridad y sin dar explicaciones. Pero no será el PNV quien le deje caer. Ayer, en pleno rifirrafe por la corrupción, Aitor Esteban se salió por la tangente preguntando por las conferencias sectoriales. Se trataba de salvar al soldado Sánchez. Los dos partidos se necesitan para la batalla electoral vasca. Más allá de la corrupción.