PEDRO GARCÍA CUARTANGO-ABC

  • Como Sánchez, Mitterrand siempre fue consciente de que necesitaba a los comunistas debilitados pero no muertos

Releyendo la biografía de Mitterrand escrita por Olivier Giesbert, surgen una serie de paralelismos entre el primer mandato del presidente francés y la actual legislatura de Pedro Sánchez. El mayor de ellos es que, tras ser elegido para el Elíseo en 1981, Mitterrand tuvo que gobernar en coalición con el Partido Comunista, que colocó a cuatro ministros en el Gabinete.

Las relaciones con la formación de Georges Marchais fueron tan difíciles como las de Sánchez con Podemos, con frecuentes y abiertos choques. El presidente francés se vio obligado a una política de nacionalizaciones y de expansión del gasto público para evitar la ruptura con sus aliados. Pero en 1984 los comunistas dieron el portazo y salieron del Gobierno tras el nombramiento de Laurent Fabius como primer ministro.

Mitterrand propició esa ruptura que desencadenó el declive del Partido Comunista, al que hábilmente presentó como responsable del final de la coalición y del llamado Programa Común. Volvió a ganar las elecciones presidenciales y continuó en la presidencia hasta 1995, aunque tuvo que cohabitar con Chirac y Balladur al perder la mayoría en la Asamblea.

Como Sánchez, Mitterrand siempre fue consciente de que necesitaba a los comunistas debilitados pero no muertos porque sabía que los socialistas no podían gobernar sin sus votos. Pero a la vez se dio cuenta de que era imposible sobrevivir con unas políticas económicas que llevaron a la devaluación del franco, a una inflación superior al 14 por ciento y a un déficit presupuestario insostenible.

La ruptura con los comunistas y el giro radical de su programa le permitieron sobrevivir y recuperar una popularidad que alcanzó sus mínimos en 1985. Fue una verdadera pirueta en el aire y una enmienda a la totalidad, ya que Mitterrand se resistió durante tres años a cambiar de dirección, desoyendo los insistentes consejos de Mauroy, Delors y Rocard. Finalmente prescindió de los tres, pero hizo lo que le habían recomendado.

La idea que surge al recordar lo que pasó en aquella etapa en Francia es si Sánchez no tendrá la tentación de imitar a Mitterrand en el año largo de mandato que le resta. Con su credibilidad muy tocada y las encuestas desfavorables, no parece inverosímil que, si saca adelante los Presupuestos en otoño con sus actuales socios, opte por un giro en sus políticas que le permita recuperar su imagen de un hombre moderado, que huye de los extremismos y que tiende la mano a la derecha.

Pese a su retórica, yo no descartaría que Sánchez siguiera los pasos de Mitterrand, dando uno de esos golpes de efecto que tanto le gustan. Una rectificación que quitaría argumentos al PP y que demostraría su talento para reinventarse y sobrevivir. Cuando no queda otro remedio, hay que saber hacer de la necesidad virtud. Y en eso es un maestro.