La hora de los ciudadanos

EL MUNDO 20/10/13
ALBERT RIVERA

Hace cinco años que en España estamos viviendo una crisis económica muy dura y, aunque algunos se empeñen en ver brotes verdes, la realidad es que la economía real y las familias y las empresas españolas aún tardarán años en ver la deseada recuperación económica. Pero no sólo sufrimos una crisis económica, sino que estamos sufriendo una crisis más grave si cabe, la de la confianza en las instituciones, en el sistema democrático, sumada a una crisis de valores civiles que ha degradado los pilares fundamentales de nuestra democracia: la libertad, la igualdad, la solidaridad y la unión.
Por tanto, debemos abordar de forma urgente una serie de reformas que refuercen nuestra democracia y nuestra nación y, sobre todo, que recobren la confianza de los ciudadanos en sus representantes públicos y en su sistema judicial. Deben ser objetivos prioritarios entre otros: democratizar los partidos políticos, abrirlos a la sociedad, someterlos al principio del mérito, hacerlos transparentes e implacables con la corrupción, generalizar el mecanismo de las elecciones primarias; conseguir un sistema de representación que devuelva el poder a los ciudadanos, pudiendo los representados escoger a partidos y, también, directamente, a sus representantes a través de listas abiertas de acuerdo con una ley electoral justa y proporcional; asegurar una efectiva división de poderes alejando a los partidos del Poder Judicial, del Tribunal Constitucional, de los órganos reguladores y de supervisión del sector financiero y de los medios de comunicación; reformar las administraciones públicas poniéndolas realmente al servicio de los ciudadanos y de las empresas, asegurando los servicios públicos esenciales y suprimiendo burocracia y duplicidades.
Los partidos que hasta ahora han tenido representación en las Cortes y especialmente los sucesivos gobiernos nacionales, han sido incapaces de articular y vertebrar un proyecto común español atractivo, moderno y que mire hacia el futuro. Enterremos las dos Españas, y la España de Villarriba contra la de Villabajo, para abrir una nueva etapa democrática en la que crezca, de una vez, la España de los ciudadanos libres e iguales.
Ha llegado el momento de que la mayoría de los españoles nos movilicemos para ejercer presión sobre los partidos decadentes e inmovilistas que nos han traído hasta aquí; y frente a los políticos que quieren romper nuestro país destruyendo lo que nos une desde hace siglos. Y si estos partidos y políticos del siglo XX no son capaces de regenerar la vida pública española ni de recuperar la confianza perdida actuando y rectificando, deberemos organizarnos para que en próximas citas electorales no les salga gratuito darle la espalda a millones de españoles que quieren abrir una nueva etapa política y democrática en nuestro país.
Se acabó el tiempo de la indignación y de la preocupación para pasar a la acción y a la ilusión. Abandonemos la resignación, dejemos de ser súbditos, para abanderar la esperanza, pasemos a ser ciudadanos. Hay que movilizarse de una vez, y hacerlo de la mano en las redes, en las calles, en las urnas y en las instituciones. El futuro no está escrito, ni podemos dejar que nadie lo escriba por nosotros, porque España finalmente será lo que queramos la mayoría de los españoles.