La ilusión socialista se desvanece

 

Tardará el PSE en cicatrizar la profunda herida que ha supuesto el 22-M. Porque en apenas tres horas del domingo, las que duró el escrutinio de votos, cayó de la nube que representaba sus ambiciosos objetivos electorales al suelo de la dura realidad.

De pensar que podía extender a Diputaciones y algunos Ayuntamientos el relevo al PNV que hace dos años ya protagonizó al frente del Gobierno vasco, a situarse como tercera opción política en Euskadi, tras el nacionalismo peneuvista y el soberanismo de Bildu. De vivir su momento más dulce, en definitiva, a tener que afrontar uno de los más complicados.

La solicitud de un congreso extraordinario del PSOE ha sido la solución de urgencia a la que ha recurrido el lehendakari, Patxi López, para evitar una debacle similar en las generales del próximo año, que en Euskadi podría trasladarse incluso a las autonómicas de 2013. Una cita que amenaza cada vez más de cerca a un Gobierno cuya imagen no ha conseguido remontar en lo que va de legislatura, pese a que ya se ha superado el ecuador. Los socialistas vascos han visto interrumpida en las municipales la progresión que habían protagonizado durante la última década. Comicio tras comicio, y en función del escenario electoral, el PSE había superado siempre sus resultados previos. Hasta que el domingo alcanzó su cota más baja en 30 años, con apenas un 16% de los votos.

De un plumazo, los socialistas no solo han visto truncadas sus esperanzas de gobernar las Diputaciones de Guipúzcoa o Álava, sino que han perdido incluso los Ayuntamientos de Vitoria y San Sebastián. Este último ha resultado especialmente doloroso, ya que sumaba 20 años ininterrumpidos en manos de Odón Elorza. Como último intento de retener el Consistorio donostiarra, el PSE se ha visto obligado a tirar del Gobierno y recurrir al actual viceconsejero de Transportes, Ernesto Gasco, como alternativa al hasta ahora alcalde, con el objetivo de que pueda suscitar los apoyos suficientes entre PP y PNV como para facilitar su investidura.

Con la única excepción del Gobierno vasco, y a la espera de lo que pueda ocurrir en San Sebastián, los socialistas han quedado fuera de las principales instituciones de la comunidad autónoma. Con independencia de los posibles pactos postelectorales, en Vizcaya también han perdido su hegemonía en plazas tradicionales, como Basauri o Sestao, además de una importante cuota de poder en su bastión de la Margen Izquierda. «La reflexión tiene que ser serena para determinar qué ha pasado, más allá de la crisis, y volver a ser útiles para la gente», considera un destacado dirigente del partido.

A la espera de las decisiones estratégicas, resultará complicado encontrar acomodo a quienes han sido pesos pesados del partido y se han quedado sin el cometido que desempeñaban. Figuras como Elorza o el hasta ahora alcalde de Vitoria, Patxi Lazcoz, han sufrido mucho desgaste con la decepción de las municipales. Al igual que quienes aspiraban a comandar las tres Diputaciones territoriales, cuya imagen también se ha visto afectada. José Antonio Pastor se presentaba por tercera vez en Vizcaya con el aval de una trayectoria ascendente, pero no ha conseguido sobreponerse a la eclosión de Bildu. Algo similar a lo que le ha ocurrido en Guipúzcoa a Miguel Buen, que ganó hace cuatro años y ha quedado esta vez por detrás de la coalición y el PNV. Tampoco Txarli Prieto ha podido frenar la debacle en Álava.

Difícil se presenta también el objetivo de mantener el rumbo de un Ejecutivo autónomo cuyo perfil sociológico era ya débil y además se ha visto perjudicado por el mal resultado de las elecciones. Fuentes del partido recalcan, sin embargo, que «no hay que mezclar churras con merinas», en referencia a que nada tienen que ver las elecciones autonómicas de 2009 con las recién celebradas municipales. «También el PSE ganó en Vizcaya las generales de 2008 y el PNV no lo interpretó como un castigo a José Luis Bilbao, que llevaba un año como diputado general», argumentan.

Ha sido en este polémico escenario cuando ha regresado a la esfera pública el presidente del PSE, Jesús Eguiguren, quien en clave de «estabilidad» y política de paz, a modo de primera conclusión tras el 22-M, se ha decantado por un acercamiento de su partido al PNV. Un pronunciamiento «compartido» por otros militantes, pero que ha provocado reticencias en el PP y no ha tardado en encontrar una respuesta interna. El consejero de Interior y secretario de Política del partido, Rodolfo Ares, ha dejado claro que el pacto con los populares que facilitó el relevo en Ajuria Enea se va a mantener, con independencia de los acuerdos que se alcancen para otras instituciones.

Es el único vaticinio oficial de los socialistas vascos, que analizan a contrarreloj el escenario político derivado de las últimas elecciones para determinar las líneas estratégicas que marcarán su camino. Una decisión que probablemente se adoptará en el comité nacional que se celebrará el próximo día 1.

EL PAÍS, 29/5/2011