Tiempo de negociación y mercadeo de Presupuestos generales en el Congreso. Librado el penúltimo pulso dentro del Gobierno (5-0 a favor de Unidas Podemos), Pedro Sánchez sigue recabando apoyos entre sus socios ‘revolutum’. La sobreactuación de ERC, que había enseñado sus colmillos recortados en los prolegómenos del juego, no duró más allá de un telediario. A los nacionalistas no les interesa que Sánchez se quede sin Presupuestos y vayan a sonar tambores de elecciones. El PNV se mantiene en guardia. Si se abrieran ahora las urnas, ganaría el PP y tendría que gobernar sostenido por Vox. Eso avanzan las encuestas. Así es que menos lobos, que los grupos minoritarios que apoyan a este Gobierno, incluido Bildu, no se van a ver en otra situación tan favorable. Sánchez es un chollo para todos los que quieren dar la vuelta a la Constitución. Preside, pero son otros los que van marcando el perfil de su Gobierno. Es cuestión de supervivencia en el poder. Ceder para permanecer.
La vicepresidenta Yolanda Díaz, con menos proclamas de asalto a los cielos que Iglesias, está librando las batallas podemitas a ras del Consejo de Ministros. Con la ley de vivienda ya son cinco trofeos los que se apunta en su cuenta de resultados.
Mimetizado con Podemos, a muchos les parece que Sánchez improvisa. Pero sus batallas tienen el horizonte en la próxima cita electoral. Después del último acuerdo sobre la regulación del precio de los alquileres, la imagen de un Ejecutivo cada vez más intervencionista retraerá a la bolsa de los votos moderados que aún le puedan quedar. Pero no le conviene que su socio pierda fuerza electoral. Lo necesita para seguir gobernando en una futura legislatura. Por lo tanto, sigue cediendo.
Para compensar, regala bonos culturales para los jóvenes que cumplan los 18 (y pueden votar) ¿Será por dinero (de todos)? Impasible ante los reproches de que está gobernando contra la propiedad privada.
Ignacio Galán, desde Iberdrola, acaba de calificar de «intervencionismo terrorífico» las medidas confiscatorias del Gobierno a las grandes eléctricas, poniendo en un aprieto al PNV, socio de Sánchez, que agradece las inversiones de la compañía en territorio vasco. Garamendi, desde CEOE, en contra de medidas que ahuyentan a los inversores. El sector inmobiliario indignado con el control de los precios del alquiler. El Banco de España, en su papel de ‘Pepito Grillo’ ante un Gobierno que no le hace ni caso. El PP llevará la nueva ley de vivienda ante el Constitucional. El Alto Tribunal, que se encuentra en pleno proceso de enmienda al Gobierno declarando inconstitucional el ‘cerrojazo’ del Congreso durante el estado de alarma, dando la razón al juez Llarena con la euroorden vigente para que se detenga a Puigdemont y los demás fugados de la justicia y avalando la prisión permanente revisable. No pasa nada. El presidente del Gobierno ya comparó la condena del ‘procés’ con una «venganza». Sánchez pide moderación al PP mientras él se abraza a un extremo.