ABC 08/12/13
ENTREVISTA NIALL FERGUSON
· Contra Krugman «A España no le ayudó nada la pose barata de economistas como Krugman, que escribían artículos histéricos»
· España no se rompe «No veo la ruptura de España. La cuestión no es la independencia regional, sino si Europa será federal»
P–Usted es escocés y se opone a la independencia de Escocia. ¿Cree que el Reino Unido o España se pueden desintegrar?
R–El sueño escocés de independencia, cualesquiera que sean sus bases históricas, como el catalán, es una meta anacrónica e irreal en el siglo XXI. Si hemos aprendido algo en Europa en los últimos cinco años, es que el tamaño importa. Ser un país pequeño en un mundo globalizado es ser altamente vulnerable a las olas de volatilidad y cambio. Ahora hay once miembros de la UE con menos de seis millones de habitantes. En China hay al menos once ciudades con mayor población. Visto desde Asia, que Escocia o Cataluña aspiren a un estado parece estrafalario. Solo podrían aspirar de modo creíble a la independencia como parte de una unidad más grande, si emergiera un estado federal europeo. Pero es que entonces no habría independencia alguna. Soy escéptico acerca del nacionalismo como principio general. Para mí el nacionalismo en el siglo XXI es una cuestión de fútbol, más que de política seria. No veo a España o al Reino Unido rompiéndose. La verdadera cuestión no es una independencia regional, sino si Europa se convierte en un estado federal o no.
P–¿Y cuál es su pronóstico?
R–La UE es hoy un híbrido, es en parte confederal y en parte federal. Y eso es muy insostenible. Para crear una Europa federal, los estados van a tener que ceder una importante parte de su soberanía fiscal a Bruselas. Mientras que algunos estados pequeños pueden estar dispuestos, es muy dudoso que lo estén los grandes. Incluso aunque los alemanes se comprometieran con una «Bundesrepublick Europa», dudo que los franceses votaran por formar parte de eso. Si bien una Europa federal es deseable en muchos sentidos – no soy el típico británico euroescéptico–, es muy difícil ver que eso se alcance políticamente, cuando hay fuertes lealtades a la nación-estado en países clave, particularmente Francia.
P–En España comienza la recuperación económica, tras un gran esfuerzo de consolidación fiscal. Eso le da la razón a usted frente al Nobel de Economía Paul Krugman, con quien mantuvo un pulso dialéctico.
R–Mi posición en 2009 fue que para que un estímulo fiscal fuera efectivo EE.UU. y otros países necesitaban un plan creíble para volver al equilibrio fiscal. Krugman predijo que habría depresión en los países que seguían la consolidación fiscal. Está claro que sus avisos eran exagerados. El Reino Unido aplicó austeridad y se está recuperando. Lo mismo España, que en muchos aspectos lo está haciendo muy bien, considerando el shock que la economía española sufrió al estallar la burbuja inmobiliaria. Es fácil escribir columnas en el «New York Times» recomendando que España o el Reino Unido siguieran políticas keynesianas, cuando estas nunca fueron una alternativa posible para sus gobiernos. Los ministros de Economía español y británico han hecho muy buen trabajo en circunstancias extraordinariamente difíciles, y no les ayudó en nada la pose barata de economistas estadounidenses como Krugman, escribiendo artículos histéricos.