EL CONFIDENCIAL 03/06/13
Hospitalet simboliza la «esquizofrenia» de un PSC dividido entre Españolistas y soberanistas
Con cerca de 270.000 habitantes, Hospitalet de Llobregat no es sólo la segunda ciudad catalana y una de las de mayor densidad demográfica de España. Es, sobre todo, el síntoma de la esquizofrenia que sacude al Partido Socialista de Cataluña (PSC), al que el debate independentista ha roto en dos mitades. Mientras más de 70 ayuntamientos gobernados por el PSC ya se han sumado a la Asociación de Municipios por la Independencia, que aboga sin tapujos por la ruptura con el Estado, Hospitalet -controlada por los socialistas desde la recuperación de la democracia- se opone radicalmente a la secesión.
La población de Hospitalet sigue estando formada mayoritariamente por inmigrantes andaluces, extremeños, gallegos y castellanos llegados en oleadas en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado al calor de la industrialización de Cataluña. Los nietos de aquellos pioneros constituyen ahora la tercera generación de charnegos -término despectivo acuñado por la burguesía catalana para referirse a los españoles procedentes de otras regiones-, se expresan preferentemente en castellano -aunque conocen el catalán- y siguen votando, aunque con menos entusiasmo que sus abuelos, al PSC, que en las últimas elecciones municipales bajó del 53% al 39% de votos.
Nuria Marín, alcaldesa desde 2008 -cuando tomó el relevo del ex ministro charnego Celestino Corbacho, que gobernó la ciudad durante 13 años-, protagonizó esta semana un gesto que no ha sentado nada bien en la dirección del PSC. Ella y los otros 12 concejales de su partido votaron a favor de una moción presentada por el PP que muestra su rechazo frontal al Consejo para la Transición Nacional -el órgano consultivo impulsado por Artur Mas para trazar la hoja de ruta hacia la independencia-, se opone a que el Ayuntamiento facilite recursos materiales y humanos para la celebración del referéndum que promueve CiU y recuerda que la Constitución garantiza la «indisoluble unidad de la Nación española».
Esa moción, que contó también con el apoyo de los dos concejales ultraderechistas de Plataforma por Cataluña (PxC), es un fiel reflejo del naufragio de la aventura soberanista auspiciada por Mas en una ciudad cuyo tejido social sigue abrazando mayoritariamente la doble identidad española y catalana. CiU, la formación hegemónica en el Parlamento catalán, sólo cuenta con cuatro ediles en el Ayuntamiento de Hospitalet -dos menos que el PP y dos por encima de PxC-, y ERC, que desplazó al PSC como segunda fuerza política de la comunidad en las últimas elecciones autonómicas, ni siquiera tiene representación en el Pleno municipal.
Pero Hospitalet no es una isla en el mapa de la desafección hacia la independencia. En buena parte de los municipios que conforman el área metropolitana de Barcelona también reina idéntico desapego, especialmente los del llamado cinturón rojo de la capital catalana, dominado por el PSC. Ciudades como Cornellá, Esplugues, Sant Boi, Sant Feliu, San Adrián de Besós, Badalona o Sabadell, todas con poblaciones cercanas a los 100.000 habitantes o que superan ampliamente esa cifra, siguen siendo mayoritariamente rojas -excepto Badalona, con alcalde del PP-, pero el secesionismo, lejos de haber calado, provoca un rechazo mayoritario.