La inercia estática

IGNACIO CAMACHO – ABC – 21/08/16

Ignacio Camacho
Ignacio Camacho

· Ante la carencia de un proyecto propio para España, el PSOE se ha tenido que refugiar en una oposición fóbica al PP.

Hay al menos un dirigente autonómico socialista, opuesto a Pedro Sánchez, que se confiesa inclinado a ordenar a sus diputados que se abstengan en la investidura de Rajoy y así zanjar por su cuenta el bloqueo político. No lo hará porque es rehén de unos socios de gobierno que no se lo permitirían y que a su vez andan pensando en construir con el PSOE una candidatura alternativa.

El silencio de éste y otros barones territoriales, en especial el de Susana Díaz, es el mejor aval con que cuenta Sánchez para afirmarse en su enroque obstruccionista. Sabe que en un partido que ha perdido la capacidad prescriptiva del liderazgo nadie dará el paso de apostar en público por el desatasco porque sus rivales internos pretenden culparle a él de que el PP siga en el poder. No parece bastarles el doble fracaso electoral: quieren que beba hasta el fondo el cáliz del fracaso asumiendo la decisión que ellos mismos desean que tome sin atreverse a proclamarlo. Y sobre esa paradoja, que en realidad es un ejercicio de hipocresía política, el secretario general ha construido su trinchera. No otorgará la baza decisiva a quienes buscan cobrarse su cabeza.

La tragedia del Partido Socialista es que ante la carencia de un proyecto para España se ha tenido que refugiar en una oposición fóbica al PP. El sanchismo no ha encontrado el modo de diferenciarse de Podemos y vive atenazado bajo la amenaza populista. Una organización segura de su identidad sabría zafarse de esa presión para establecer –y explicar– su propia estrategia, pero el talento de Sánchez sólo alcanza a pensar en llegar a la Presidencia aupado sobre una coalición frentista. Sin una idea de país ha basado su supervivencia en la confrontación primaria contra la derecha, en un bucle de sectarismo tan cerrado que ha llegado a adelantar su voto negativo a unos presupuestos que no están redactados. Lo sorprendente es que esa táctica tan elemental tiene relativo éxito porque atenaza al resto de los dirigentes en el miedo al estigma del colaboracionismo.

El error de los críticos consiste en que en vez de descargar sobre el líder la responsabilidad por los malos resultados esperan abatirlo como culpable de la reelección de Rajoy. Le han dado el argumento para resistir a costa de un colapso institucional, y sin el coraje de romper con el anatema de la derecha está por ver que puedan impedirle su verdadero plan de urdir un pacto con Podemos.

Con ese afán por que se estrelle solo le ayudan a sostenerse en una suerte de inercia estática; incluso es harto improbable que en caso de nuevas elecciones haya alguien que se aventure a disputarle la candidatura. España está bloqueada porque lo está el PSOE, que treinta años después ha regresado al pedestre principio de Alfonso Guerra: el que se mueva no sale en la foto. Sólo que aquella era la imagen esplendorosa del poder y éste, el oscuro daguerrotipo de la derrota.

IGNACIO CAMACHO – ABC – 21/08/16