TEODORO LEÓN GROSS-ABC

  • Da igual subir un peldaño a Fúnez, bajarle uno a Bendodo, cruzar a Tellado para allá y a Gamarra para acá…

Una de las sensaciones más incómodas en la derecha después del 23J, y en los meses posteriores hasta su investidura fallida arrollado por la aritmética indecente del sanchismo, es que Feijóo no estaba cuajado para el desafío. No resulta fácil asumirlo tratándose de un sexagenario curtido en tantas batallas gallegas, pero sus errores lo delatan. No se intuye, se constata que Feijóo no tenía realmente un plan. ¿Y ahora? La reubicación del elenco de Génova –de Organización a portavoz, de secretaria a tiempo parcial a secretaria a tiempo completo, de la coordinación general a coordinar los barones…– no cambia esto. De hecho, no habrá proyecto hasta definir con claridad qué relación quiere tener con Vox. Ahí desbarraron antes de las generales, entre las prisas de Valencia, el ridículo de Extremadura, el numatinismo de Murcia, el entreguismo de… un sálvese quien pueda al grito cantonal de Viva Cartagena. La madurez de un proyecto no la da tu biografía sino un plan consistente y convincente. ¿Existe eso?

Si colocar a Tellado de portavoz es el símbolo de esta revolución, poco recorrido va a tener. Se necesita algo más que un estilo. Y quienes elogian a Tellado por su «puño de hierro en guante de seda» aún deberían aprender a distinguir la seda del poliéster áspero. Acaso sí sea un buen contrapunto contra la esgrima navajera de Patxi López con sus cortes de treinta segundos para el telediario… pero eso no define una estrategia, sólo un marcaje. Feijóo ya lo convirtió en su día en número dos del PP de Galicia aceptando que no era Cristiano ni Messi sino Iniesta, identificando a Iniesta con un segundón, que es mucho decir, e identificando a Tellado con Iniesta, que también es mucho decir. El Clan Gallego ya nubló la visión poliédrica de Feijóo en la recta final de la campaña jalonada de errores, y no es descartable que caiga de nuevo en esa tentación.

Da igual subir un peldaño a Fúnez, bajarle uno a Bendodo, cruzar a Tellado para allá y a Gamarra para acá… un proyecto ganador no está en la orla sino en la idea. Como advertía un entrenador legendario de fútbol, todo el mundo tiene el objetivo, que es ganar, lo difícil es tener un plan para lograrlo. En definitiva, tener un objetivo sin tener un plan es tener sólo un buen deseo. Habrá que esperar a mañana para saber si hay algo más allá del fulanismo, pero con seguridad va a necesitar una idea clara y coherente de su relación con Vox, y, a partir de ahí, una oferta clara y coherente de lo que ofrece a la ciudadanía más allá de la faramalla retórica del antisanchismo. Sin esos requisitos, ya sabe que no ganará por más nombres que agite como si hiciera güija electoral. En definitiva, puede tener buenos nombres para un plan, pero un buen plan no son los nombres. Y esa es la inmadurez del proyecto de Feijóo, inviable ante un rival sin escrúpulos con una idea clara de lo que está dispuesto a hacer: todo.