El histórico triunfo electoral de Bildu ha supuesto un espaldarazo a la estrategia de la izquierda abertzale por vías sólo políticas y una responsabilidad en la gestión de la búsqueda de la paz y normalización. Un camino que en la mente de la izquierda abertzale está bien definido, con una hoja de ruta que habla de legalización de Sortu y cese definitivo de la lucha armada de ETA, pero que presenta una incógnita fundamental, a juicio de la formación independentista: la velocidad del proceso
Una pelota que el partido ilegalizado coloca en el tejado del Estado, tanto del Gobierno como del PSOE y del PP, a los que llama a no desaprovechar la «oportunidad» abierta con el alto el fuego de ETA para acelerar el final definitivo de la violencia, en el convencimiento de que la organización armada tiene «voluntad» de cerrar la persiana. Para ello, la izquierda abertzale plantea a socialistas y populares abrir «un proceso compartido» para la normalización y el desmantelamiento de ETA, según fuentes solventes de este sector político. Un estadio al que el mundo de la antigua Batasuna cree que se llegará más pronto que tarde si el Estado se implica en abordar las «consecuencias técnicas» del denominado conflicto vasco: es decir, todo lo relativo a la situación de los presos, el desarme y disolución de las estructuras etarras y el papel de las víctimas.
En este sentido, la izquierda abertzale otorga especial relevancia al trabajo de los mediadores de Brian Currin, que estarían cerca de oficializar la puesta en marcha de la comisión internacional de verificación de la tregua. Este grupo lo compondrán nuevos expertos internacionales y certificará que ETA está profundizando en su tregua y que tiene voluntad de avanzar hacia el abandono de las armas, según las fuentes consultadas. En este sentido, no es descartable un posible pronunciamiento de la organización armada confirmando su colaboración con la comisión verificadora y su voluntad de acabar con los atentados, aunque, al mismo tiempo, reclamaría a los gobiernos español y francés implicación en este proceso.
La izquierda abertzale otorga una gran relevancia a esta comisión, ya que concede a ETA un papel en el proceso y, al mismo tiempo, considera que le mete en una dinámica que dificulta cualquier tentación de retomar las armas, en especial a medida que vaya transcurriendo el tiempo. Además, dota al proceso de cobertura internacional. El Gobierno no tiene previsto cooperar con los mediadores, pero tampoco obstaculizará su labor, lo que puede ayudar a lograr también avances en un terreno en el que, por ejemplo, se ha conseguido confirmar el cese del envío de cartas de extorsión a los empresarios vascos.
Política penitenciaria
Las demandas que la izquierda abertzale realiza al Ejecutivo de Zapatero, y en las que coinciden con el PNV, se centran en la necesidad de avances en temas como la abolición de la doctrina Parot (reforma legal que alarga la estancia en prisión de los reclusos con largas condenas), la libertad de los presos enfermos o el acercamiento a Euskadi. Su tesis es que la flexibilización de la política penitenciaria aceleraría los movimientos en la organización armada para convertir en definitivo e irreversible el alto el fuego vigente desde enero.
La resolución de las llamadas «consecuencias técnicas del conflicto», con la consiguiente ausencia definitiva de violencia, abriría la segunda fase de la hoja de ruta de la izquierda abertzale, más a largo plazo, en la que los partidos abordarían asuntos políticos que los nacionalistas vascos consideran pendientes, como el derecho a decidir el futuro marco de Euskadi. Un modelo de dos carriles inspirado en el de Anoeta, en 2004, pero con una separación mucho más nítida de la mesa técnica y la política.
La izquierda abertzale entiende que está en manos del Estado «acelerar o dilatar» este proceso de final definitivo de la violencia de ETA, que en todo caso -insisten los medios consultados- es irreversible y sin marcha atrás, independientemente de cuándo se produzca. De hecho, en la hoja de ruta de la formación ilegalizada se contempla un escenario sin violencia para su próximo reto electoral, las autonómicas de 2013, a las que esperan concurrir dentro de dos años ya con la marca Sortu legalizada.
El mundo de la antigua Batasuna no prevé en ningún caso un escenario futuro en el que pueda producirse un atentado de ETA, y reitera que si se produjera lo rechazaría con claridad, al igual que cualquier acción de violencia callejera que pudiera cometerse este verano en el marco de las fiestas municipales, según las fuentes independentistas consultadas. Parece, por tanto, que el nivel de exigencia del sector ilegalizado se mantiene en el rechazo rotundo a acciones armadas futuras, aunque el listón podría elevarse si se considera que puede tener una influencia positiva para el proceso.
En todo caso, el sector ilegalizado ve lejana la posibilidad, barajada por las fuerzas de seguridad y diversas personas conocedoras de los entresijos de la situación, de que en próximas semanas ETA haga público un comunicado en el que, según estas hipótesis, daría pasos hacia su desaparición. Precisamente, la organización, por primera vez en su historia, ha guardado silencio durante la reciente campaña electoral, saldada con un histórico triunfo de Bildu, la coalición de EA, Alternatiba e independientes que ha representado la sensibilidad del espectro ilegalizado.
Mirando a Moncloa
La izquierda abertzale observa también con atención los posibles movimientos que se puedan producir en Madrid en las próximas semanas, y que pueden desembocar en un adelanto a noviembre de las elecciones generales. Unos comicios que pueden elevar al poder al PP de Mariano Rajoy, por lo que la ilegalizada formación dirige también el foco a este partido.
De hecho, lleva meses defendiendo la necesidad de que los dos grandes partidos españoles se impliquen en el caso vasco, entre otras razones para no repetir los errores del último proceso de paz, en 2006, donde las discrepancias en Madrid obstaculizaron cualquier posibilidad de llegar a buen puerto. Ha pasado un lustro y la izquierda aber-tzale quiere aprender de aquello y seguir adelante porque, como dice un destacado dirigente independentista, «en esta carrera hay que seguir dando pedales y pedales».
EL DIARIO VASCO, 19/6/2011