Una vez logrado su objetivo de regresar a las instituciones, con el visto bueno del Tribunal Constitucional, por la vía de la coalición Bildu, compartida con Eusko Alkartasuna y Alternatiba, la izquierda abertzale tratará de acelerar el proceso de final definitivo de ETA, según aseguran fuentes cercanas a esta formación.
Sus principales líderes, Rufi Etxeberria y Arnaldo Otegi, han visto reforzada su apuesta por las vías políticas y pacíficas, con el rechazo expreso a la violencia de ETA, frente a quienes desde la banda terrorista y sus aledaños esperaban un traspiés que cuestionara su arriesgada decisión.
Dentro de la izquierda abertzale, una mayoría apoyó al grupo de Otegi y Etxeberria cuando en febrero de 2010 sometieron a votación la apuesta por las vías pacíficas y políticas, recogida posteriormente en los estatutos de Sortu. Pero esa misma mayoría estaba expectante de las decisiones de los tribunales, de tal modo que si la decisión final del Tribunal Constitucional hubiera sido contraria a la participación electoral de Bildu, el grupo que ha liderado el cambio hubiera tenido muchas dificultades para mantener su apuesta, porque la minoría contraria se hubiera visto reforzada. «La decisión del Tribunal Constitucional quita agua en la piscina de quienes estaban en contra del proceso», señalan fuentes próximas a la dirección.
El camino emprendido por la izquierda abertzale no tiene marcha atrás, señalan fuentes de este sector, y el balance que sus líderes pueden ofrecer a sus bases de su apuesta por las vías políticas y pacíficas es considerable, en contraste con una ETA en total declive. En los 15 meses transcurridos desde que en febrero de 2010 votaron a favor de este proceso, han creado un nuevo partido, Sortu, con vocación de homologarse a un partido democrático, y han logrado crear el polo soberanista, la coalición de partidos independentistas con que soñaron Otegi y Etxeberria como nueva estrategia desde que ETA desbarató sus planes negociadores con el Gobierno, con el atentado en la T-4.
Finalmente, han conseguido, con la participación de Bildu en las elecciones a ayuntamientos y diputaciones, que la izquierda abertzale regrese a las instituciones, donde solo tenían una presencia muy limitada a algunos municipios, al tener cerradas las puertas en todas las demás por la aplicación de la Ley de Partidos. En 2007 perdió la presencia en la mitad de ayuntamientos y diputaciones, y en 2009 en el Parlamento vasco.
La izquierda abertzale sabe que una de sus principales tareas, tras iniciar el regreso a las instituciones, es ganar credibilidad, sobre todo fuera del País Vasco, donde la tiene bajo mínimos. Sus líderes seguirán pronunciándose contra cualquier acto de violencia de ETA, como sucedió cuando la banda atacó, en abril, a un gendarme francés, aunque confían en que no haya necesidad de ello y que la banda terrorista siga sometida a la decisión mayoritaria, reforzada con el regreso a las instituciones, según fuentes próximas a la dirección. Pero también darán pasos a favor del final definitivo, un objetivo sobre el que también presionarán los demás partidos.
A mediados de mayo, activarán el recurso ante el Tribunal Constitucional para tratar de que su nuevo partido, Sortu, sea legal. Los líderes de la izquierda abertzale creen que la argumentación jurídica con que el Constitucional ha dado vía libre a Bildu puede servir para que Sortu sea legal. El Tribunal Supremo la invalidó por tan solo 9 votos contra 7. Sortu dotaría a la izquierda abertzale de un «cuerpo estructural», según fuentes próximas a esta formación, de un partido con sus estatutos de rechazo a la violencia de ETA, con una organización homologable a otros partidos democráticos.
Pero la posible legalización de Sortu no va a invalidar a Bildu en los planes de la izquierda abertzale. Bildu no era tan sólo el plan B si fracasaba, como ha sucedido, la posibilidad de que Sortu pudiera concurrir a ellas. La coalición independentista Bildu es la apuesta electoral, también, para futuras elecciones, con la pretensión de aglutinar en lo posible el bloque independentista en Euskadi. Sus resultados electorales pueden cambiar el mapa político vasco, limitado en los últimos comicios a tres grandes bloques: PNV, PSE y PP. A partir del 22-M irrumpe una cuarta fuerza independentista, que competirá con Aralar pero que tiene posibilidades, incluso, de ganar en una provincia, Guipúzcoa.
EL PAÍS, 8/5/2011