Entrevista con el eurodiputado alemán de los Verdes Daniel Cohn-Bendit, quien ejerciera de lider durante el ‘mayo del 68’ francés. «Si se busca una definición de quién es vasco y quién no, te conviertes en racista», asegura.
Dani el Rojo sigue disparando a todo lo que se mueve. A punto de cumplir 60 años, aquel líder del mayo del 68 en París mantiene incólume su espíritu rebelde. El hoy eurodiputado alemán Daniel Cohn-Bendit no es un político al uso. El líder de los Verdes en la Eurocámara nunca pasa desapercibido porque dice lo que la mayoría no quiere escuchar. Este convencido europeísta responde a todas las preguntas sin dudar, con firmeza, con frases breves y contundentes.
Pregunta. ¿Qué falta en esta Constitución Europea?
Respuesta. Da muchos pasos hacia delante en muchos temas, pero no hubo acuerdo para definir lo que debía ser la Europa social. Uno de los grandes problemas de esta Constitución, una vez ratificada, será iniciar lo que Los Verdes llamamos la primera enmienda de definir la Europa social.
P. ¿Está usted satisfecho del resultado en medio ambiente?
R. En los primeros capítulos está definida la necesidad de la responsabilidad medioambiental y luego hay alguna contradicción, porque habrá unos valores que estarán en contra de ciertas políticas.
P. Algunos nacionalistas europeos no quieren esta Constitución.
R. Hay que dejar de ver la Constitución desde el ángulo de un solo país o una región. Es un compromiso común, porque hay una cultura constitucional francesa republicana, otra federalista alemana antinazi, una regionalista española como respuesta al franquismo, otra inglesa en la que no hay Constitución escrita… Al hacer un proyecto europeo, evidentemente no se impone una cultura española, ni francesa. En España, los partidos regionalistas tienen una visión hispano-española reducida sobre los problemas de la Constitución europea. Se equivocan.
P. Está en el Reino Unido, más que en España, ese sentimiento.
R. Sí, y también hay partidos de extrema izquierda que están en contra. Y el partido nacionalista inglés, también. Ellos ven el mundo a través del ombligo de sus regiones y de sus naciones. La nación es importante, pero no es eso lo que hace Europa. Uno puede luchar por la aceptación del catalán. Decir sí o no en Europa, ¿depende de si se hablará catalán en Europa? Eso no está en la Constitución, pero ¿quién dice que no se puede iniciar una norma de aceptación de una lengua minoritaria? Ésos que dicen no y están en la izquierda o en el nacionalismo en nombre de una mejor Europa nunca construirían Europa.
P. ¿Algún mensaje específico para los españoles?
R. El mensaje es europeo, el valor añadido de la UE para el ciudadano. Esta Constitución es una mejora de la democracia europea. Para afrontar la voluntad de dominación y liderazgo americano necesitamos una Europa más política, más unida y democrática. Por eso digo que votar no es hacer el juego a los americanos. Todos los que van a votar no debieran ser invitados a la Casa Blanca.
P. ¿Es un mensaje para la izquierda española?
R. Totalmente. Hay que entender que hay dos enemigos para la Casa Blanca: el euro y la Constitución europea, porque refuerza Europa, algo de lo que el señor Bush no tiene ninguna necesidad.
P. ¿Qué pasa si un país dice no?
R. Hay que preguntarle si quiere quedarse en la UE o dejarla. Reino Unido tiene que decir si quiere ser el 51º Estado de EE UU o quedarse como uno de los 25. Es el auténtico debate europeo. En las próximas elecciones europeas, cada partido debiera presentarse optando a la presidencia de la Comisión, con un programa concreto. En política nacional se decide si gana Zapatero o Aznar. Aquí sería lo mismo: personajes políticos que protagonicen el debate europeo.
P. ¿Cree que su tesis sobre el Reino Unido subyace en el artículo que prevé cómo irse de la UE?
R. Nadie está obligado a estar en la UE, pero una minoría no puede impedir avances al resto de los europeos. Es la democracia. Los países ya están vacunados. Usted puede tener mantequilla y venderla, pero no comérsela y venderla a la vez. Si no se quiere estar en Europa, se sale. No se puede decir ‘no quiero Europa’, pero estar en ella.
P. En España se mezcla el debate sobre la Constitución y el del plan Ibarretxe.
R. No tienen nada que ver. Hay dos problemas. Uno es el terrorismo que actúa en nombre de la independencia del País Vasco y hay que combatirlo. El segundo es si una mayoría de vascos se opone a ser españoles. Los vascos tienen que decidir, pero el problema es quién tiene derecho a votar. Si se busca una definición de quién es vasco y quién no te conviertes en racista. El problema es que no se puede salir de España salvo que todos los que viven en el País Vasco lo decidan. Todos son vascos. Se sabe que nunca va a haber una mayoría para salir de España. De ahí que esa invención racista de definición de vasco es inaceptable para los europeos con la Constitución europea. No hay definición de nacionalidades por la sangre. Quien nace, vive y trabaja en el País Vasco tiene derecho a votar.
P. ¿De nuevo la diferencia entre ciudadano y pueblo?
R. No hay pueblos, hay ciudadanos. Hay que acabar con esa mística sobre el pueblo. La democracia tiene en cuenta a los ciudadanos, no a los pueblos. Toda definición de pueblo tiende al totalitarismo y al racismo.
EL PAÍS, 7/2/2005