Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
- La generación mejor formada de la historia es la peor tratada por el sistema
Antes, la juventud era un tesoro divino y la vejez un fastidio tan solo soportable por aquello de que las alternativas eran mucho peores. Cuando eras joven no existían los obstáculos insalvables ni las barreras infranqueables. En cambio, en la vejez te empezaban a doler articulaciones cuya existencia desconocías y aparecían dolores en lugares extraños, no identificados con precisión. Pero últimamente la medicina ha obrado milagros que alargan la vida por el final y la mejoran por el medio.
Por el contrario, la economía se ha cebado con los jóvenes, mientras que la demografía ha virado su rumbo y, con el viento de cara, ha desviado la atención política hacia los mayores, que se llevan la parte del león de los presupuestos públicos que sostienen los cuidados sanitarios y las ayudas sociales.
El trabajo realizado por el Servicio de Estudios del BBVA y la Universidad de Valencia ha puesto la letra a una música que llevaba tiempo sonando. Cada día hay menos jóvenes. La población total española ha subido de los 34 millones de 1971 a los 47 millones de 2002, mientas que la franja de los comprendidos entre los 16 y los 29 años ha menguado en 2,5 millones. El cambio ha sido rapidísimo. Esa franja de edad suponía el 23,5% del total en 1995 y ahora representa el 14,5%, algo que dado el número actual de nacimientos no va a mejorar en los próximoscincuenta años.
Por contra, la situación se invierte en el caso de los mayores. Con el cambio de siglo, los mayores de 55 años suponían el 17,9% del total de la población y hoy suponen el 31,9%, con una tendencia que seguirá igual en la próximas décadas hasta alcanzar el 42%.
Obviamente, la capacidad de presión sobre los poderes públicos y de acaparar su atención evoluciona en el mismo sentido. Las pensiones, la sanidad y la dependencia absorben cantidades mayores en términos absolutos y abrumadoras en relativos, al tiempo que la educación y la vivienda encogen su participación en la tarta pública. ¿De quién se preocupan más los dirigentes públicos? ¿A qué dedican más dinero, a las pensiones o a las becas? Pues eso. Aquí Patxi López no podría responder eso de ‘y a usted, ¿qué le importa? pues esto es algo que importa mucho a muchos. Más bien, importa mucho a todos.
¿A qué dedican más dinero los dirigentes públicos, a las pensiones o a las becas?
Pero no solo es la atención pública. El mercado laboral ha evolucionado. Y lo ha hecho en contra de los jóvenes que obtienen salarios menores en empleos menos estables, lo que dificulta, hasta hacerlo imposible, el proceso de emancipación. Tan solo uno de cada tres jóvenes que ha terminado su ciclo formativo reside fuera de su hogar familiar, cuando mas de la mitad (el 58,5%) lo hacía en 1977. Todo ello consecuencia principal del hecho de que la tasa de desempleo en los menores de 25 años (el 27%) más que duplica la tasa general (12%) y el trabajo a tiempo parcial era del 26,2% para los jóvenes, con una gran discriminación por sexos en contra de las mujeres, 34,2% para ellas y 19% para ellos. Con la tasa de temporalidad sucede lo mismo y la referida a los jóvenes (55%) duplica a la media general.
Siempre pensamos que el nivel de estudios influye decisivamente en la empleabilidad y en el nivel salarial. El informe demuestra que es cierto, aunque la situación no es del todo concluyente. El nivel salarial es, colectivamente, más bajo entre los jóvenes, pero es normal debido a la evolución de la experiencia y a la falta de beneficios ligados a la permanencia. Pero hay cuestiones anormales, como el hecho de que 36% de los jóvenes ocupados que disponen de estudios superiores ocupan puestos de trabajo que podrían ser cubiertos con niveles de estudios inferiores. Los niveles superiores de estudio palían el problema, pero la media demuestra que los nacidos en 1955 alcanzaron la media de cotización a la Seguridad Social a los 27 años, algo que los nacidos en 1985 todavía no han hecho a los 34 años.
Conclusión: la juventud mejor formada de la historia (con algunos matices) es la peor tratada (sin ellos) por el sistema. ¿Están estos datos detrás de la creciente lejanía de los jóvenes de la política y de los partidos y de su mayor desafección social? Me temo que sí.