ARCADI ESPADA, EL MUNDO 10/01/13
Tiene razón el fiscal general del Estado al subrayar el principal escándalo del caso Pallerols. Los catorce años de instrucción. En cualquier tipo de delito el tiempo sentencia. Pero mucho más en los delitos vinculados con la opinión pública. El caso Pallerols es un ejemplo perfecto de la relación entre el tiempo y la ley. En su momento ya se trató de un feo asunto de utilización de fondos públicos: es mejor que el dinero del paro no se utilice para financiar a los partidos políticos. Pero el tiempo lo ha convertido en un asunto feísimo. El caso Pallerols se empezó a instruir en la España próspera y ha estado a punto de juzgarse entre seis millones de parados y cincuenta mil desahucios anuales. Esto supone una rémora, ni siquiera sutil, para la aplicación de una justicia justa. Pero hay más. El caso ha vuelto como un váter embozado en un momento dramático para la ética de los gobernantes catalanes; no en la Cataluña blindada del pujolismo, sino en la Convergència embargada por el caso Palau y por la presunta responsabilidad de su secretario general en un amaño de concursos públicos. Tampoco es lo mismo.
El paso del tiempo es lo que ha acabado permitiendo esta sentencia de conformidad. Y bajo unas circunstancias que tienen poco que ver con las apariencias. Desde hace más de un año el fiscal trataba de conseguir este pacto: suya fue desde el principio la iniciativa. Quería cerrar de una vez una instrucción bochornosa y asegurarse un fallo que permitiera la devolución del dinero. Entre otras dificultades condenatorias había pruebas cuyo dudoso método de obtención podía invalidar el proceso. A las intenciones del fiscal se opuso Duran Lleida, partidario de llegar a juicio. Hasta estos últimos meses. Las noticias sobre la corrupción catalana le han aconsejado ponerse rojo una mañana (por la tarde se iba Chile) que tres meses amarillo.
El único misterio es de dónde ha sacado Unió los 388.000 euros que ha devuelto a la Administración en razón del pacto. Exactamente: no tanto de dónde los ha sacado, que habrá sido del banco, sino cómo y cuándo los va a devolver. La relación entre el dinero y los partidos políticos españoles no permite una hipótesis fácil. Para entender esa relación basta saber lo que me sucedió anoche cuando quería rematar la columna y llamé al jefe de prensa de Unió.
-¿Puede decirme el presupuesto corriente del partido? -No lo sé.