ABC – 29/03/15
· La formación de una fuerza militar conjunta para enfrentarse a la amenaza de grupos como los yihadistas de Estado Islámico (EI) y, sobre todo, frenar el avance de Irán en la región son los asuntos centrales de la cumbre que la Liga Árabe celebra en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij.
Los mandatarios árabes trabajan este fin de semana en la creación de una Fuerza Árabe Conjunta, después de que el jueves aprobaran de urgencia un borrador que estipula las directrices básicas y cuyo primer ejemplo práctico es la alianza formada para atacar a los rebeldes hutíes (chiíes) en Yemen, liderada por Arabia Saudí y que cuenta también con apoyo de Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Qatar, Sudán, Egipto o Jordania y el respaldo logístico y de inteligencia de EE.UU. Los árabes pretenden recuperar cierta autonomía tras una época marcada por las intervenciones estadounidenses a gran escala y para ello creen imprescindible sentar las bases de la cooperación militar. La lucha contra el terrorismo figura en ese borrador, pero en la primera jornada de la cumbre apenas se escucharon los nombres de Al Qaida o el EI y sí el de Irán, el gigante chií cada vez con más fuerza en el corazón del mundo árabe por su gran influencia en Beirut, Bagdad o Damasco.
El presidente de Egipto, Abdelfatá al Sisi, tomó la presidencia rotatoria de la Liga Árabe y dio la bienvenida a los asistentes, a quienes aseguró que esta nueva fuerza «no está dirigida contra ningún país y no pretende injerirse en asuntos internos de los estados, sino respetar su soberanía y defender los intereses árabes». Al Sisi, el mes pasado, fue el primero en poner sobre la mesa la necesidad de la unidad militar entre árabes tras el asesinato de 21 coptos a manos del EI en Libia. Egipto respondió con una serie de bombardeos de castigo contra la ciudad costera de Derna, bastión del grupo en suelo libio, pero fue una respuesta unilateral.
Contra la república islámica
La intervención más esperada fue la del presidente de Yemen, Mansour Hadi, quien después de permanecer 48 horas en paradero desconocido, reapareció el viernes en Riad y de allí voló directamente a Sharm El Sheij, donde señaló abiertamente a Irán como el culpable de la situación en su país por su apoyo a los hutíes (son zaidíes, una confesión derivada del chiismo, aunque se les conoce como hutíes por el clan que lidera al grupo desde 2004, y representan a un tercio de los 24 millones ciudadanos de un país de mayoría suní).
Hadi huyó de Saná en febrero por la revolución de los hutíes, y esta semana tuvo que volver a escapar de su refugio en Aden porque los rebeldes estaban a punto de tomar la ciudad y habían puesto precio a su cabeza (90.000 euros). En ese momento empezaron los bombardeos liderados por Arabia Saudí que él mismo pidió «para proteger al pueblo de la agresión destructiva de los hutíes contra la identidad árabe del Yemen y sus valores islámicos». El presidente exhortó a la Liga Árabe a mantener la operación militar hasta que los rebeldes «se rindan, salgan de las provincias e instituciones que ocuparon y devuelvan las armas, medianas y pesadas, que saquearon de los cuarteles militares» y les acusó de «conspirar con Irán contra la unidad del Yemen» para provocar «discordias sectarias y regionales».
Salida de diplomáticos
Terminada la cumbre Hadi vuelve a Riad, pero no puso fecha a su retorno a Yemen, donde las operaciones militares siguen en marcha. Su máximo protector, el Rey saudí, Salman bin Abdulaziz, insistió en que la ofensiva de la coalición continuará «hasta que logre sus objetivos» porque los rebeldes hutíes suponen «una amenaza a la seguridad y la estabilidad de la región». El Rey también apuntó a Irán como instigador de la crisis interna que sufre Yemen, pero lo hizo de forma indirecta al explicar que «la injerencia extranjera empujó a las milicias hutíes a arrebatar el poder y ocupar Saná».
Mientras la diplomacia trabaja en Egipto, en Yemen se completó el éxodo internacional iniciado hace un mes con el cierre de las principales embajadas con la salida de Saná del enviado especial de la ONU, Yamal Benomar, y más de 300 personas, entre funcionarios del organismo internacional, cooperantes, representantes de empresas internacionales y sus familias. A ellos hay que sumar los 86 diplomáticos saudíes y extranjeros.
ABC – 29/03/15