IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

Nunca he visto muy clara la oportunidad y los beneficios que se derivan de la publicación de las listas de morosos, pero he de reconocer que tienen un gran éxito de crítica y público. Si es para demostrar que Hacienda gestiona bien y se preocupa por sus deudas y trata de recuperarlas, eso no es noticia. Como el valor en la mili, se da por supuesto. Lo contrario sería prevaricar. Si es para exponer a la vergüenza pública a los morosos, eso sin duda produce mucho morbo social, pero no sé si da para más. ¿A que ha repasado la lista para ver si descubría en ella la presencia de algún conocido? Le reconozco que yo sí lo he hecho, será que soy un cotilla, pero dudo mucho que la amenaza de verse incluido en esa lista vergonzante modifique los comportamientos de las sociedades incluidas en ellas, que ocupan el mayor porcentaje de los casos y muchas están ya desaparecidas o no tienen ninguna actividad; pero sí es cierto que puede ‘animar’ a los particulares a cumplir con sus obligaciones fiscales para evitar el oprobio de verse en esa sección de los periódicos.

También creo que, además de las cantidades debidas, debería informarse del origen de la deuda. Es decir, de si el incumplimiento procede de una ocultación o de la negativa a pagar, ya sea o no obligada por las circunstancias mercantiles del deudor; o si se derivan de discrepancias técnicas en la calificación de los hechos entre la Hacienda y el obligado tributario. Porque no es lo mismo. Hacienda tiene una enorme capacidad de presión, dispone de la paciencia que le proporciona el poder pleitear sin coste y puede ejercer amenazas tan poderosas y tan efectivas en el espíritu de los afectados, como es la prisión. Repase las famosas historias de los futbolistas y pregúntese por qué han pactado antes del juicio, cuando disponían del mejor asesoramiento fiscal, pero pesaban sobre ellos penas de prisión de duración terrible. El miedo es libre y Hacienda, que lo sabe, lo utiliza. Y tampoco estaría mal que se eliminasen los deudores que carecen de posibilidad de recuperación al tratarse de empresas quebradas o desaparecidas. Aunque sólo sea para centrar las cifras comprometidas. Los últimos cálculos realizados sobre la cuestión han disminuido mucho el tamaño de la economía sumergida, lo cual produce cierta satisfacción a quienes navegan en la superficie, pero no libera a las haciendas de ninguna de sus responsabilidades, que son las mismas de siempre. Así que nos acostumbraremos a ver estas listas de morosos todos los años. Su publicación se ha incorporado a la relación de nuestras citas anuales. Si eso mejora los ingresos públicos… ¡que falta nos hace!