IÑAKI EZKERRA-EL CORREO

  • El ensimismamiento étnico es ‘nuestra’ manera de reaccionar en las dificultades

Me he acordado de ese tragicómico episodio de la historia argentina ante la estelar irrupción en los medios de comunicación vascos de la manida y manoseada y manipulada mano de Irulegi. Aquí es que hemos tenido las manos blancas, las manos negras, las manos quietas, las manos mágicas, las manos limpias y las manos sucias, esas manos que no se sabe qué han tocado y que luego van al pan. Hemos tenido la mano tendida, la mano larga, la mano floja, la mano tonta, pero lo que no habíamos tenido nunca y echábamos angustiosamente de menos es una mano de bronce con un pico de oro, una mano que raja más que el mayordomo de los Urquijo, una mano que habla mejor que Castelar. Una mano que chapurrea el batúa y el aquitano; una mano capaz de llegar a las manos si alguien la pone en duda y ve en ella un rastrillo o una espumadera para freír huevos; una mano que nos ha caído encima como un maná del cielo, para no hablar de los charrúas y los mapuches que nos acechan. Una mano-maná, sí, una mano amena, una mano mina, una mano mona a la que parece que le ha pasado por encima un tanque de Putin; una mano plana que asoma como la de un náufrago en la marea de la prehistoria navarra y en la galerna populista del presente; una mano que no sabemos si pide socorro o más transferencias; si es una mano de pedigüeño o de un manco rindiéndose manos arriba; si es la mano de Irulegi o la de Otegi, o la de Sánchez el prestidigitador.

En medio de la crisis económica y energética, de la guerra de Ucrania, de la resaca de la pandemia y del asalto sanchista al Estado y al Régimen del 78, sale esa garra siniestra y los vascos nos ponemos a hacer manitas, a discutir si es euskérica o ibérica, vasca o vascónica. Esta peculiar manera ‘nuestra’ de reaccionar en los momentos difíciles con el ensimismamiento étnico se repitió el 2 de abril de 1939, al día siguiente de acabada la Guerra Civil, cuando los nacionalistas se reunieron en Meudon para tramar cómo infiltrarse en el mundo empresarial e industrial vasco con el objetivo de frenar la contratación maketa. Con un país devastado a sus espaldas, su obsesión era salvar la pureza de la raza. Aquí algunos no cambian.