IGNACIO CAMACHO-ABC
- Yolanda Díaz encuentra en Sánchez más respaldo que en Podemos porque para el presidente es un apéndice de su proyecto
Cosas más raras se han visto en política pero no deja de ser sorprendente que haya sido Pedro Sánchez el que certifique que la candidatura de Yolanda Díaz, teórica rival suya, va a salir adelante. Esa afirmación trasciende el razonable ‘fair play’ con una aliada de Gobierno para convertirse en la propuesta de una especie de coalición de hecho en la que la lista de la ministra de Trabajo, desestabilizada desde dentro por las maniobras de Podemos, vendría a ser para el presidente un apéndice de su propio proyecto. Una marca B, un complemento, un anexo, un andamio político adosado como un exoesqueleto con el que apuntalar al PSOE por el flanco izquierdo. O un submarino, como se decía antes, botado para navegar entre dos aguas electorales hasta acabar fondeando bajo el patrocinio monclovita y desembarcando su pasaje en el mismo puerto de atraque. Sumar, como su nombre indica, intereses concomitantes en un momento en que tanto las siglas socialistas como las podemitas acusan un patente y progresivo desgaste. Y de paso, usar a Díaz como garantía de que el actual pacto de legislatura aguante.
Que aguantará, según todos los indicios, porque el ascendiente cimarrón de Iglesias en el Ejecutivo se ha vuelto muy reducido, limitado en la práctica a dos ministerios de los cinco que obtuvo en un principio. Y sin ningún papel relevante, meros departamentos vacíos que se limitan a hacer el ridículo con campañas publicitarias –caras, eso sí– y desarrollar caprichos legislativos. Izquierda Unida, el PCE y Colau, beneficiarios por cuota de las otras tres carteras, han girado hacia la vicepresidenta y se disponen a subirse a su plataforma con más o menos reticencias mientras Podemos debate consigo mismo si se integra. Así las cosas, el sanchismo planifica su futura concurrencia a las urnas en dos papeletas, la titular y la del satélite diseñado para rebañar y agrupar voluntades sueltas como esos coches escoba que recogen a los corredores descolgados en las carreras.
El amparo explícito que el presidente le ha otorgado a su socia tiene un significado: sabe que Díaz va con Comisiones Obreras del brazo y él necesita enganchar de alguna forma a su carro a la masa de votantes que pueden aportar los sindicatos. Estos están desaparecidos pero existen y conservan cierta capacidad de movilización de sus afiliados, declinante pero suficiente para que convenga tenerlos cerca en trances delicados donde no sobra ningún respaldo. La estrategia tiene algo, o mucho, de desesperación o de pesimismo porque parte de la evidencia de que la pata subalterna del bloque se ha caído sin que la principal, la sanchista, obtenga del desplome ningún beneficio. Y en vez de tratar de crecer a costa del aliado en coma, intenta por todos los medios mantenerlo vivo. El problema de ambos es que el presunto socorrista también se está quedando sin oxígeno.