Sergio Gómez-Alba-Vozpópuli
- ¿Por qué estas conversaciones no se llevan a cabo en el seno del Parlament, que representa a todos los partidos?
Un amigo madrileño me preguntaba hace unos días: “¿Cómo se sienten los constitucionalistas en Cataluña?” Dedúzcanlo ustedes.
En la Mesa de Diálogo Gobierno–Generalitat, el Ejecutivo de Sánchez está representado, pero no el conjunto de los socialistas ni el Partido Popular, Ciudadanos, Vox y otros. Por parte de la Generalitat están Esquerra Republicana, Junts per Catalunya y la CUP. En las ultimas elecciones al Parlament estas fuerzas fueron votadas por 1.400.000 ciudadanos de los 5.600.000 que componen el censo. Por tanto, no es exageración calificarla como la mesa del “apartheid”, que en afrikáans significa “separación”. ¿Por qué estas conversaciones no se llevan a cabo en el seno del Parlament, que representa a todos los partidos? La respuesta es “porque no queremos”.
No es una novedad en Cataluña: en la elaboración del estatuto de 2006 se excluyó al PPC, dado que el propósito era hacer un texto que desbordase la Constitución y el PPC era una piedra en el camino. Luego, los excluyentes con pretensiones de constituyentes, se escandalizaron de que el PP recurriese al Tribunal Constitucional la norma. Parece ser que se quería que los excluidos tragasen el acto de unilateralidad.
Como el PSOE había suprimido el Recurso Previo de Inconstitucionalidad, el TC“cepilló” algo ya votado por las catalanes. Gran escándalo seguido de la acusación de que el PP había roto el pacto constitucional; de hecho, ya lo habían roto en el Tinell. Dicen que fue el inicio del Big Bang independentista.
Más tarde nos enteramos de que existe el derecho a decidir, que era posible la independencia unilateral sin violencia, el apoyo de la Unión Europea y en contra de la mayoría de los catalanes especialmente de los de Barcelona; que la democracia, expresada en un simulacro de referéndum, está por encima de las leyes y que ese día, en el que hubo personas que votaron cinco veces, otorgó un mandato.
Supimos que la presidenta del Parlament, señora Forcadell, permitió el aquelarre del 6-7 de septiembre, previa admonición de los letrados, porque lo creía injusto. Pregunten a los que pagan el Impuesto de Patrimonio si les parece justo…También la actual presidenta, señora Borràs, nos advirtió que Cataluña tiene soberanía propia y que ella está presta a defenderla.
Uso del dinero público
Escuchamos que la Justicia persigue y juzga creencias. Abundando en el argumento, el señor Artur Mas dice, respecto al Tribunal de Cuentas, que persigue la muerte y la ruina de unas personas por sus ideas que nunca cambiarán. Parece ser que el dinero público utilizado a gusto del que lo administra es también una nueva y legítima idea.
Recientemente el vicepresidente de la Generalitat, señor Puigneró, nos ha informado de que el 52% de la población catalana, 7,5 millones, es independentista. Se olvida que él está allí porque le votaron 1,4 millones. Para qué seguir con estos…
La posición de los prelados catalanes
Muchos se han indignado con las manifestaciones de algunos empresarios. En esas reuniones unos están por devoción -ellos sabrán por qué- y otros por obligación. Lo que sí resultaría interesante es conocer al detalle la lista de los invitados del presidente Sánchez al famoso acto en el Teatro del Liceo, no por ánimo vindicativo sino para saber de qué estamos hablando. En cualquier caso, no creo que señalándolos disminuya la desafección a España de los que la tengan.
En cuanto a los obispos catalanes, monseñor Setién ya nos dejó dicho que no está escrito que un padre esté obligado a querer a todos sus hijos por igual. No creo que esa sea la posición de la mayoría de los prelados catalanes. No obstante, cuando defienden el perdón sin arrepentimiento, en busca de la concordia, alguna gente sencilla pensará que ya están tardando en dar instrucciones a sus párrocos indicándoles que administren la absolución a los feligreses que no se arrepienten de sus hechos. Además que sostengan que el pecado no existe, buscando así la creación de un clima propiciatorio para su acercamiento a la Iglesia y la convivencia fraterna. No creo tampoco que convenga tomar nota porque en España sabemos desde hace tiempo que la carne de cura es muy indigesta especialmente para los políticos.
A los constitucionalistas catalanes les gustaría saber que aquellos que no piden perdón pero sí olvido renuncian a eslóganes tan venenosos como el de “ni olvido ni perdón”
Sin embargo, a los constitucionalistas catalanes les gustaría oír que la concordia también ha de buscarse desde el soberanismo y que estudian indultar socialmente a todos los que han marginado y arrebatado sus derechos por creer en las leyes, que, al ser iguales para todos, son buenas para la sociedad. A los constitucionalistas catalanes les gustaría también escuchar que pueden optar a un empleo público sin problema, concurrir a una oposición sabiendo que tienen alguna posibilidad de ganarla. A los constitucionalistas catalanes les gustaría saber que aquellos que no piden perdón pero sí olvido renuncian a eslóganes tan venenosos como el de “ni olvido ni perdón”.
¿Y ahora? Es preciso hacer lo que el Estado no ha hecho en su lento sometimiento a las presiones nacionalistas y revertir una serie de cosas. Lo más importante es movilizar a los votantes catalanes para llevarles a la convicción de que su voto va a servir para cambiar las cosas. La mayor abstención en las últimas autonómicas se produjo en las zonas donde antes se votó Cs. El PPC pasó de 19 diputados a 2.
No vale decir que España no va a abandonar a los catalanes opuestos a la independencia, y que tantas veces han sido abandonados y utilizados. Hay que convencerles y que confíen en nosotros.