La moral de la «tropa»

ETA, alarmada por que la Ertzaintza empiece a recuperar el pulso en la lucha contra el terrorismo, necesita una motivación extra para seguir en activo.

El plan de evasión abortado que ETA tenía preparado para sacar a dos de sus terroristas de la cárcel de Huelva en volandas y helicóptero estaba concebido para elevar la moral de la tropa. Esa deducción del ministro del Interior, Pérez Rubalcaba, ofrece la radiografía de una banda agujereada y maltrecha que todavía puede hacer mucho daño pero que necesita motivación extra para seguir en activo. Después del desalojo institucional que ha sufrido el entorno de ETA (fuera del Parlamento vasco, fuera del Parlamento europeo) y sin un referente nacionalista en el poder de Ajuria enea, la «tropa» necesita moral. El ministro se ha mostrado tan gráfico para explicar con claridad la situación tan precaria de la organización terrorista porque sabe que, mientras se las ingenian para burlar la vigilancia carcelaria soñando con fugas más típicas del celuloide que de la vida real, no dejan de intentar intimidar a la Ertzaintza; con atentados o con amenazas. Es la lógica del terrorismo alarmando ante la eventualidad de que la Policía autonómica, con el cambio de Gobierno, empiece a demostrar en la calle que la lucha contra ETA puede recuperar el pulso aclimatado durante años al ritmo que aconsejaba la jugada.

El socialista Ares anunciaba la pasada semana la creación de la unidad especial antiterrorista para dar un carácter específico a una lucha que en las legislaturas del PNV se asociaba al área de lo Criminal, mientras los ertzainas empezaban a retirar iconos etarras de las calles y de las herriko tabernas. Pero los colectivos de presos hacían un llamamiento a que las caras de éstos sigan siendo la decoración urbana del País Vasco y ETA enseñaba el colmillo desgastado elevando el tono de sus amenazas. La «tropa» etarra podrá estar descolocada, seguramente. Pero, sobre todo, debería percatarse de que el apoyo ciudadano al entorno violento disminuye a medida que pasa el tiempo y que las citas electorales le van dejando fuera de juego.

En el otro lado de la balanza ha estado la Ertzaintza que, durante los últimos diez años, ha visto cuestionada su eficacia en la lucha contra el terrorismo porque sus mandos policiales no daban órdenes claras en su persecución con excusas operativas. No les parecía de buen gusto que la opinión pública se preguntara cuántas detenciones había practicado la Ertzaintza cada vez que la Guardia Civil o la Policía Nacional arrastaba a comandos y colaboradores. Pero tenían que cargar con el sambenito de ‘estar mirando hacia otro lado’ cuando los archivos arrojaban un saldo bastante pobre en las detenciones de terroristas hechas por la Ertzaintza.

Ayer fue un día especial para el reconocimiento del sufrimiento de este Cuerpo policial y para el homenaje a quienes fueron asesinados. La llama del pebetero de la Academia de Arkaute, extinguida durante tanto tiempo, volvió a iluminar el duelo, para cumplir con la misión con la que fue creada en tiempos del consejero Atutxa. «Permanecerá encendido mientras exista la violencia organizada en nuestro pueblo», reza la inscripción del monolito. Pero no fue así en los últimos años. Con la recuperación del pebetero, el lehendakari Patxi Lopez ha restituido el homenaje a los caídos por el terrorismo en el lugar donde les corresponde, diciendo que ETA les amenaza porque la Policía autonómica es «la garantía de la legalidad estatutaria de nuestro Gobierno y de nuestra libertad». En la medida que desciende la moral de los comandos terroristas, se incrementará la de la Policía autonómica, cuyo papel es esencial para el futuro y la estabilidad de Euskadi. La llama del pebetero representa el reconocimiento y el recuerdo de un Cuerpo cuyo papel no es solo ordenar el tráfico sino proporcionar seguridad a una sociedad democrática, sea quien sea el inquilino de Ajuria Enea. Representa más que un símbolo del valor y el sacrificio de quienes cayeron.

Es el referente de un cuerpo de seguridad, primera línea de choque contra los totalitarios, que debe sentir el calor y el apoyo de la sociedad vasca. Con el acto solemne de Arkaute el nuevo Gobierno vasco está recuperando la normalidad del reconocimiento a los servidores de los ciudadanos. Sobre la mesa queda la resolución de las Juntas Generales de Vizcaya manifestando el rechazo a que las personas uniformadas hagan acto de presencia en el interior de la Casa de Juntas de Gernika. Una resolución tan polémica que ha sido cuestionada por el PP ante el Parlamento vasco y recurrida por el delegado de Gobierno, Mikel Cabieces.

Patxi López sigue sorteando el campo trufado de dificultades. El PNV le pone las trampas retándole a ver si es capaz de poner en marcha la mesa del diálogo social sin los sindicatos nacionalistas. O preguntándole por qué todavía no ha participado en «el programa de mayor audiencia de Radio Euskadi». Quienes le interpelan tendrían que haber puesto mayor hincapié en el carácter público de la cadena que en la audiencia porque el anterior lehendakari, sin ir más lejos, se resistió durante mucho tiempo a conceder entrevistas al periódico de mayor tirada de Euskadi. No es preciso dar nombres.

Tonia Etxarri, EL CORREO, 15/6/2009