GAIZKA FERNÁNDEZ SOLDEVILLA-EL CORREO

  • Terroristas de extrema izquierda cometieron 111 asesinatos; la mayoría, a cargo de los Grapo, pero también de grupos efímeros como Hoz y Martillo

El crimen ocurrió hace ahora medio siglo, pero no fue sino la culminación de unos acontecimientos y de un proceso de radicalización que se habían puesto en marcha un año antes. En 1971 un puñado de estudiantes universitarios, algunos procedentes del PCE (internacional), fundaron en Zaragoza el Colectivo Hoz y Martillo. A principios de 1972 este grupúsculo de tendencia marxista-leninista entró en contacto con ETA, a la que solicitó cursos de instrucción en manejo de explosivos.

Aunque pretendía emular los atentados que habían dado protagonismo al nacionalismo vasco radical, durante aquel año los militantes del Colectivo Hoz y Martillo se limitaron a la violencia de ‘baja intensidad’: el lanzamiento de un cóctel molotov en el cuarto de bedeles de la Facultad de Filosofía y Letras, el robo de una multicopista en la Facultad de Veterinaria, el atraco de una sucursal bancaria, donde se apoderaron de 2,4 millones de pesetas, y el asalto a otro estudiante, al que le sustrajeron 100 pesetas y su documentación personal.

No era suficiente. Esperando ganar prestigio y estar en una mejor posición a la hora de pedir armamento a ETA, el Colectivo Hoz y Martillo planeó una acción más contundente con la excusa de la solidaridad con los ‘refugiados’ abertzales que estaban en huelga de hambre en el País Vasco francés. A las 9.00 horas del 2 de noviembre de 1972 un comando formado por tres jóvenes entró en el Consulado que Francia tenía en Zaragoza. Maniataron al cónsul honorario, Roger Tur Pallier, a su secretaria y al portero del edificio. Luego les echaron encima pintura roja y lanzaron un cóctel molotov al interior del despacho. La pintura acrílica era muy inflamable, por lo que se produjo un incendio que causó quemaduras muy graves a Roger Tur. El cónsul falleció cinco días después.

La Policía no tardó en arrestar a los autores materiales del atentado. Se les incautaron tres pistolas y 1,4 millones de pesetas. El fiscal pidió la pena de muerte para tres de los miembros del Colectivo Hoz y Martillo. ETA aprovechó la ocasión para emitir un comunicado en su defensa: «Primero, porque su acción fue una postura internacionalista con respecto a nuestros propios militantes, perseguidos por las clases dominantes de España y Francia; segundo, porque tales tentativas de intimidación han sido frecuentemente empleadas contra nosotros mismos». Finalmente, el consejo de guerra condenó a los acusados a 30 años de prisión.

No obstante, los integrantes del Colectivo Hoz y Martillo solo pasaron encerrados cuatro años y siete meses. Fueron excarcelados por el Gobierno del presidente Adolfo Suárez a finales de julio de 1977. Ni siquiera tuvieron que esperar a la Ley de Amnistía aprobada en octubre de aquel mismo año, que sacó de las cárceles a todos los presos por delitos de terrorismo, con algunas excepciones, como los ultraderechistas autores de la masacre de Atocha.

¿Quién era Roger Tur? Natural de Nimes, estaba casado y tenía una hija. Llevaba 40 años en España, compaginando la diplomacia (primero como cónsul, luego como cónsul honorario) con la dirección de una empresa, la firma Tur, que entre otros productos fabricaba el regaliz Zara.

Durante la Segunda Guerra Mundial su padre había ayudado a muchos judíos a huir de la Francia ocupada por la Alemania nazi. La Gestapo acabó con su vida. Al otro lado de la frontera, Roger Tur también luchó contra el Eje. Gracias al libro ‘Los secretos del franquismo’, de Eduardo Martín de Pozuelo, sabemos que entre 1944 y 1946 se dedicó a espiar a los nazis residentes o refugiados en Zaragoza: el cónsul del III Reich, los responsables del Partido Nacionalsocialista, varios empresarios alemanes… Como las autoridades francesas no dieron valor a sus informes, Tur decidió ponerse a las órdenes de los servicios secretos de Estados Unidos (la OSS, antecesora de la CIA), que le pusieron el nombre en clave de ‘Ric’. Su actividad fue tan importante que, tras la contienda, recibió la Legión de Honor. Hoy en Zaragoza una calle lleva su nombre.

De acuerdo con la reciente obra de Carmen Ladrón de Guevara ‘Las víctimas del terrorismo de extrema izquierda en España’ (Almuzara), las bandas de esta tendencia ideológica fueron responsables de haber cometido 111 asesinatos en nuestro país entre 1960 y 2006. La mayoría de ellos, 93, llevaban la firma de los Grapo, el brazo armado del PCE (reconstituido). La segunda fue el FRAP, vinculado al PCE (marxista-leninista), con seis víctimas mortales. Tampoco faltaron grupúsculos efímeros como el DRIL, Defensa Interior, los autónomos, el Frava o el Colectivo Hoz y Martillo.

Aunque no fueron tan longevos y letales como ETA, es importante conocer su historia y, sobre todo, la de sus víctimas.