“Entre tantas ministras de elegía/ sin olvidar el eco de ninguna/ por haber resonado más en el alma mía/ la mano de mi llanto escoge una”, me permitirán la cita aproximada de Miguel Hernández para comentar la comparecencia de las nuevas ministras del sanchismo en programa amigo, La Noche de La Sexta.

Diana Morant contó su ascenso al Gobierno en unos términos que solo superó Bibiana Aído al gritar a Zapatero en un mitin: “José Luis, tienes que sonreír más, que tienes una sonrisa preciosa”. Cuando bajó del escenario, el presidente le pidió el teléfono y lo demás es historia.

Diana era, política e intelectualmente, la más mona de las cinco, en mi opinión. Y estuvo soberbia al recurrir a sus orígenes:“Mi madre es hija de criados. A ella la sacaron del colegio, no tuvo oportunidades. Las dos nietas de aquellos criados somos ingenieras, y ministra (sic). El socialismo, la educación pública, el sistema de bienestar, ha dado oportunidades a la gente humilde como yo”.

El tuit se hizo trending topic enseguida, con 18.000 seguidores, pero era falso en alguno de sus extremos. Atribuye su progreso al socialismo y la educación pública. Ella nació en 1980, dos años antes de la gran victoria electoral del socialismo, pero cuando empezó a estudiar ingeniería, Aznar llevaba gobernando dos años para entonces. Luego está su conmovedor agradecimiento a la educación pública, ya se sabe que el calificativo ‘público’ es palabra talismán para la izquierda. Les pasa lo mismo a los Bardem, que nacen en el Cedar Sinaí y mueren en la clínica Ruber, orto y ocaso. Nada que alegar, perfectamente legítimo si se lo pueden pagar, si no fuera porque entre una cosa y otra no paran de dar la brasa sobre la sanidad pública a los que necesariamente vamos a ser usuarios de la misma.

Resulta entonces que Diana Morant no estudió en la enseñanza pública durante los gobiernos felipistas, sino en un colegio concertado, pero en esto, como en tantas cosas, lo importante no son los hechos sino las percepciones que las almas pías de la izquierda tienen de los mismos.

Ayer se produjo otro de esos momentos de oro para el Gobierno, con la aprobación por el Consejo de Ministros del Anteproyecto de Ley de Memoria Democrática, corrección y profundización de la Ley de Memoria Histórica de Zapatero en 2007. A lo largo de los años transcurridos desde entonces loa izquierda no ha cesado de acusar del PP de negarse a condenar el franquismo. La derecha por su parte, negaba por boca de un portavoz demediado, como el ex ministro suarista Camuñas, que el 18 de julio de 1936 se hubiese producido en España un golpe de Estado.

Ambas posiciones fueron desactivadas en el pleno que el Congreso de los Diputados celebró el 20 de noviembre de 2002, en el que se aprobó una resolución que calificaba de dictadura y condenaba el régimen de Franco, además de comprometerse a ayudar a los exiliados y a los familiares de las víctimas a recuperar los restos de sus deudos con ayudas para reabrir fosas comunes. En la misma resolución se calificaba de ‘golpe de Estado’ el alzamiento. Hubo unanimidad en el Congreso, en el que el PP contaba con mayoría absoluta desde hacía dos años. Casado prometió derogar la ley cuando llegue a la Moncloa. A ver si es verdad.