Los tres asesinos de Miguel Ángel: Txapote, Irantzu Gallastegi y el suicida Eresta
Hace cosa de veinte años, Jon Juaristi escribió en una columna la biografía de una saga criminal, los Gallastegi, una colección de los más acabados hijos de perra que ha dado a Euskadi y al mundo la banda terrorista ETA. Cuando la estupidez precede al crimen, tituló, invirtiendo el orden que había dispuesto Luis Cernuda. Había mucha estupidez y en justa correspondencia, hubo mucho crimen.
Eli Gallastegi Uriarte, (Gudari), el patriarca de la familia, fue un nacionalista de primera hora, protagonista de la escisión aberriana, frente a la rama comunión, más posibilista. Sus dos hijos, Iker y Lander Gallastegi Miñaur, siguieron la tradición paterna y este último tuvo tres hijos que continuaron en ETA la lucha de su padre, su tío y su abuelo. Eran un varón, Orkatz Gallastegi Sodupe y dos hembras: Irantzu y Lexuri, que alcanzaron justa fama como terroristas.
Irantzu, también llamada Amaia, fue la que alcanzó mayor reputación, tanto por méritos propios como por los de su consorte: Javier García Gaztelu (Txapote). Ella secuestró el 10 de julio de 1997 a Miguel Angel Blanco cuando el joven concejal de Ermua se dirigía a la empresa en la que trabajaba, dos días antes de que su pareja le disparase dos tiros en la cabeza y dejaran su cuerpo exangüe en los alrededores de Lasarte. También participó en el asesinato de Fernando Múgica Herzog, en el de Manuel Zamarreño.
Irantzu Gallastegi ha sido la última ofrenda que Pedro Sánchez ha hecho a los albaceas de la banda terrorista, por ahora. El oficiante que ha facilitado el acercamiento de los presos terroristas ha sido, como cabía esperar el ministro del Interior sanchista Fernando Grande Marlasca. Ella es la más relevante miembro de la banda entre los cinco terroristas acercados por el Gobierno. Los otros cuatro son: Asier Borrero, Gregorio escudero, Garikoitz Etxeberria y Faustino Marcos. También era la terrorista más relevante en su relación familiar con García Gaztelu (que le vote Txapote). Él se dio más maña asesinando gente, pero ella tenía más pedigrí, mientras Txapote era un mindundi que pasó de la kale borroka al asesinato, con mucho éxito, por cierto.
Txapote tuvo antes la lotería de Marlasca; fue acercado desde la cárcel de Estremera el 31 de agosto de 2022. En el mismo lote gozó de acercamiento Henri Parot, justamente famoso por liderar el comando itinerante y haber inventado la tecnología del coche-bomba.
Irantzu Gallastegi es una terrorista de raza. En la terminología pervertida de esta gentuza tal vez sueñe con ser la miembro de la familia Gallastegi que puede ostentar con más propiedad el apodo de su abuelo, ‘Gudari’. Es mentira, corrupción del lenguaje, ya les digo, la mentira de los padres como explicación de las mentiras y los diparates del presente, que tan bien explicaron Rudyard Kipling en uno de sus ‘Epitaphs of war’ y Jon Juaristi en su ‘Spoon River, Euskadi’.
La ceguera radical de Irantzu Gallastegi le viene en tercera generación de su abuelo Elías, pero ni ella ni los suyos han renunciado a la mitificación. Hace ya muchos años que una Caja de Ahorros Vasca proponía su figura en una publicación para escolares explicando la complejidad de todo esto con las mismas mentiras que emplearía el abuelo Eli: “Nuestra Irantzu tiene que ser dura porque los políticos son blandos”. Mentiras, eso es todo.