Fernando Ónega, LA VOZ DE GALICIA, 9/2/12
S i tuviera que hacer un discurso a los españoles después del debate parlamentario de ayer, empezaría así: señoras y señores, ha cambiado el Gobierno, Rajoy y Rubalcaba han intercambiado sus papeles, al que acusaba le toca defenderse y al que antes se defendía le toca ahora acusar. Por lo demás, todo sigue igual y, si hemos pasado varios años pidiendo un entendimiento político para resolver el drama del paro y del cierre de empresas, me temo que vamos a pasar otra legislatura más o menos igual. Es más: terminaremos viendo cómo el señor Rajoy también acusa a la oposición de no arrimar el hombro.
Lo que ha cambiado es otra cosa: la seguridad del Gobierno. Antes, si el señor Zapatero dependía de algún grupo por su geometría variable, tenía que andar con pies de plomo para no molestar. Sus decisiones, además, podían contradecirse con las adoptadas la semana anterior. Ahora Rajoy no necesita a nadie, aunque no es hombre que se dedique a molestar; es nuevo en el poder y todavía no tiene nada de qué desdecirse, y está en esa magnífica situación en que puede presentar un panorama catastrófico del país, que la culpa siempre será del anterior. Cuanto más negativo sea el panorama que pinta, más suyos serán los méritos de la recuperación, por pequeña que sea.
Lo que acongoja es el pronóstico. Mientras el señor Rajoy decía amablemente que este año el empleo irá a peor, un banco, el BBVA, pronosticaba que el desempleo llegará al 25 %, y no este año que tenemos descontado como nuevamente desastroso, sino a mediados del 2013, que es la fecha provisional que tenemos para el comienzo de la recuperación. Como vemos, el Parlamento pone la palabra, y la realidad contada o pronosticada viene del exterior de la Cámara. Esa debiera ser también una lección para esta legislatura: si nuestros políticos quieren revitalizar el sistema parlamentario, deben convertirlo en un foco de realismo, donde lo dicho no quede ampliado o desmentido por lo que se dice fuera y al mismo tiempo.
Y después, la sesión de control. Ahí les tengo que dar un consejo a los socialistas: si quieren poner en aprietos al Gobierno, a su presidente o a la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, sean, por lo menos, buenos estrategas. No se pueden regalar argumentos como ayer se regalaron, dando pie a Soraya para que les refriegue por la cara la gestión de Zapatero o los números de Andalucía. La intervención de José Antonio Alonso parecía inspirada por el Partido Popular. Antes de preparar una pregunta, sería interesante que hicieran una consideración: Soraya es demasiado brava, demasiado descarada y demasiado lista para que la puedan acorralar. Al menos, mientras el Gobierno viva de la situación que heredó.
Fernando Ónega, LA VOZ DE GALICIA, 9/2/12