LIBERTAD DIGITAL 04/01/16
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
El esperpento de las CUP desinvistiendo -o desnudando- a Mas brinda la última oportunidad de salvación de Polonia por las fuerzas democráticas. Aparentemente, el Prusés ha quedado hecho pedazos, ha hecho el ridículo más absoluto, nadie podrá decir que Cataluña es lo más europeo de España. Pero precisamente porque es una dictadura político-mediática nacionalista y no dejará de serlo mientras no sean demolidos sus cimientos golpistas, les será fácil reconstruir la movida separatista bajo el manto de la revolución social. Y no con la Esquerra de Jonqueras sino con la podemita Ada Colau.
Ya sé, ya sé que Colau no es de Iglesias, pero tampoco Carmena, ni Oltra, y ahí están. Podemos es un movimiento revolucionario de tipo insurgente que encaja a la perfección con el caos golpista del separatismo antiespañol. Gobernar no podrían o no sabrían, pero derribar a un Gobierno, sí saben. En realidad, España tiene un Gobierno derribado por dentro, un sistema que morirá si no se reforma en dos ámbitos esenciales: Justicia y Ley Electoral. Y si no salimos del marasmo nacional e institucional a que nos han llevado estos años perdidos de Rajoy, las elecciones catalanas a comienzos de Marzo se van desarrollarán en un ambiente extraordinariamente favorable para los revolucionarios, sean comunistas, separatistas o ambas cosas, que se enfrentarán al fantasma de un Gobierno Central en funciones dirigido por un presidente sin otra función que la de volver a ser candidato en Abril.
Si Podemos y sus aliados ganan en Barcelona en Marzo, estarían en condiciones óptimas para ganar en Madrid las generales de Abril o Mayo. Ese es, por otra parte, el escenario ideal para Mariano, que he explicado en «El pacto Rajotropp-Pablotov» y que, se pongan como se pongan los perros de presa del sorayismo, es el proyecto político que une al PP de Mariano (que no es todo el PP, pero mientras los líderes callen, como si lo fuera) y a Podemos (que sí es Pablo Iglesias, y Colau, y la ETA, y lo que haga falta). Ese proyecto es el de forzarnos a elegir entre Iglesias o Rajoy, orillando las posibilidades de reforma del sistema de Ciudadanos y a un PSOE que sea o que parezca nacional, no la caricatura zapaterosa que representa Pdr Snchz.
El separatismo catalán se rehará rápido
Lo de Cataluña, siendo una derrota estrepitosa del separatismo, lo es sólo temporalmente. La crisis del sistema político español es tan profunda que en Febrero puede tener de nuevo enfrente un plan separatista catalán, envuelto en la capa morada del derecho a decidir, en el imperativo falsario de los desahuciados de la Colau Cao, de los pobres de Carmena y el Padre Ángel, de la Desmemoria Histórica Programada y del Antipapa de la Sexta. Como Frente de Rechazo a Lo que Hay, si lo que hay es Mariano, triunfará.
Naturalmente, hay una solución, pero pasa porque Rajoy y Sánchez reconozcan que han perdido y que lo único que permite la salvación de la democracia y la nación española, a través de las reformas institucionales necesarias, es un gobierno de unidad democrática y constitucional. Eso le daría a los partidos españoles –en especial a Ciudadanos, con Arrimadas como figura esencial frente a la Colau-Cao y los godó-macoutes del Prusés- una fuerza extraordinaria. Demostraría que España está viva, y que lo que parece yerto, por los años o por la corrupción partitocrática, puede revivir.
Puede ahora releerse mi artículo «El pacto Rajotropp-Pablotov«. O mejor, leer «El pasado efímero» de Antonio Machado. ¿No habla de Rajoy?
«Ese hombre del casino provinciano
que vio a Carancha recibir un día,
tiene mustia la tez, el pelo cano,
ojos velados por melancolía;
bajo el bigote gris, labios de hastío,
y una triste expresión que no es tristeza,
sino algo más y menos: el vacío
del mundo en la oquedad de su cabeza.
(…)
Lo demás, taciturno, hipocondríaco,
Prisionero en la Arcadia del presente,
le aburre; sólo el humo del tabaco
simula algunas sombras en su frente.
Este hombre no es de ayer ni es de mañana,
sino de nunca, de la cepa hispana
no es el fruto maduro ni podrido,
es una fruta vana
de aquella España que pasó y no ha sido,
ésa que hoy tiene la cabeza cana».