Juan Pablo Colmenarejo-ABC
- La ola del adiós de Page suena a pronóstico político con un mal final. Incluso los manuales de resistencia tienen último capítulo
El PSOE adormecido. El dominante sanchismo ejerce el control, depura, señala chivos expiatorios para proteger al jefe y amenaza con la expulsión a veteranos de la democracia del 78 que se atreven a ejercer su derecho a la libre expresión. Sánchez ha renunciado al centro. Por mucho que se empeñen, el hecho desmiente la consigna. El PP en Madrid no está a la derecha del PP nacional. La victoria de Ayuso se cuenta desde la reunión de votantes de Ciudadanos, en primer y destacado lugar, un sector de Vox desconcertado por algunos mensajes subidos de tono o alejados de la realidad, abstencionistas con su trabajo abierto y socialdemócratas perplejos o decepcionados con el vale todo sanchista. Algo deja el agua de mayo.
En dos años, Ayuso ha aumentado en 900.000 los votos a un partido con la marca magullada y el balcón de la calle Génova en venta. Nadie se va a atrever a hacer una autocrítica a campo abierto en el PSOE. Una semana después le siguen echando la culpa a los que no les han votado.
Hay una excepción. Según el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page «si esa ola (la quinta) llega, a algunos les puede suponer un adiós». El mensaje lleva doble filo y va cifrado. Alerta Page (PSOE antes de Sánchez) de un repunte del Covid sin alarma tras el desistimiento total del Gobierno, dejando en manos de las vacunas el control de la epidemia y soltando a los jueces la responsabilidad de tener que ejercer como si fueran un gobierno bis. Page constata que hay otra ola que se ve desde Toledo. La que podría haber empezado el 4-M en Madrid que en La Moncloa niegan, agarrados a los fondos europeos y al leñazo que van a dar, a las clases medias en particular, con las subidas de impuestos, pensando que así llegará la recuperación económica para tener algo que declarar en las elecciones de 2023.
La ola del adiós de Page suena a pronóstico político con un mal final. Incluso los manuales de resistencia tienen último capítulo.