EL CONFIDENCIAL 07/05/16
· El ‘expresident’ no se resigna a abandonar el ruedo político y más después de que haya tomado como modelo para esconder las corruptelas nacionalistas al político francés
El futuro del expresidente catalán Artur Mas comienza ya a dibujarse, con mayor nitidez cada día, fuera de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), un producto cuya fecha de caducidad parece estar próxima. La estrategia futura de Mas está copiada de la del francés Nicolás Sarkozy, que quiso renacer de sus cenizas después de pasar por el Elíseo.
Sarkozy pasó de Agrupación por la República (RPR) y la Unión por un Movimiento Popular (UMP) a Les Républicains, como rebautizó a su remozada fuerza política en 2015. Lo que intentó fue crear una gran derecha en los últimos años que pudiese integrar a movimientos diversos, incluyendo, por ejemplo, el Movimiento por Francia (MPF), del antieuropeísta Philippe de Villiers, hasta sectores de la Union pour la Démocratie Française (UDF).
En Cataluña, Artur Mas sigue sus pasos. En los últimos días, ha puesto en movimiento a CDC de cara al crucial congreso del mes de julio, donde se ha de dirimir la nueva cúpula del otrora mayor partido de Cataluña. La intención de Mas es desprenderse de las siglas de CDC. “Considera que están contaminadas con el tema de la corrupción y demasiado ligadas a Jordi Pujol. En realidad, fue después de que Pujol padre admitiese las cuentas en el extranjero cuando decidió que el futuro pasaba por crear otro partido libre de compromisos, con otra sede, otra estructura, otras caras y otro nombre. Desde el verano de 2014, su intención ha ido dirigida en esa dirección”, dice a El Confidencial una persona que ha vivido de cerca el proceso.
La estrategia de Mas para federar a todos los partidarios de su línea y limpiarse las salpicaduras de la corrupción pasa por copiar la estructura de Sarkozy
Con ese lavado de cara, Artur Mas espera también purificar el alma del nacionalismo y presentar una fuerza política nueva alejada de los focos de la corrupción. Otra cosa es lo que dirá la militancia, que será consultada el próximo día 21 de mayo sobre si se renueva CDC o se opta por otra formación que parta de cero. De momento, tanto Artur Mas como el actual ‘president’, Carles Puigdemont, se han mostrado partidarios de finiquitar CDC y crear un partido nuevo con nuevas estructuras de la cabeza a los pies.
En esta nueva etapa es donde el ‘expresident’ se mira en el espejo del ‘pequeño zar’ francés. Fuentes de la cúpula de Convergència reconocen a El Confidencial que Sarkozy es uno de los ejemplos que sigue el dirigente convergente. “Nunca ha escondido su admiración por él y políticamente es uno de los líderes europeos que ha marcado perfil propio y ha sabido estar a la altura de las circunstancias”, matizan estas fuentes. De ahí que la intención de Mas, explican, sea en un futuro próximo agrupar una gran fuerza política de centroderecha que acoja a los liberales, a los democristianos, a independentistas, a nacionalistas convergentes que se han pasado al soberanismo e incluso a los socialdemócratas. Pero esta segunda parte de la ‘operación’ ha de entenderse fuera de Convergència. “No podemos exigir que otros partidos se fusionen en la nueva CDC, pero sí podemos atraerlos en un gran movimiento transversal cuyo tronco común sea el soberanismo”.
Los fichajes estrella
Al margen, pues, de lo que ocurra en su partido, el gran movimiento que quiere formar Artur Mas cristalizará en una superestructura que será controlada por una Fundación y en la que estarán representados diversos sectores políticos. Por ejemplo, en ella tendrán cabida los militantes de Reagrupament, que bajo el liderazgo del exconsejero Joan Carretero se escindieron en su día de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). También contará con Demòcrates de Catalunya (CDC), una escisión de Unió Democràtica (UDC) llevada a cabo el año pasado, que está liderada por el exsecretario de Universidades, Antoni Castellà.
La superestructura controlada por Mas contaría con escindidos de ERC y de UDC así como con algunos representantes del centroizquierda catalán
Pero lo más relevante es la incorporación de un elenco de exsocialistas que le servirán al ‘expresident’ para dar imagen de la más amplia transversalidad de su movimiento. Así, en esta operación tienen un papel fundamental los sectores que podrían considerar de centroizquierda. Una de las piezas clave es el actual delegado del Gobierno de la Generalitat en Madrid, Ferran Mascarell, que abandonó las filas socialistas para ser consejero de Cultura en las dos últimas legislaturas de Artur Mas. Y también espera un lugar preferente la exconsejera socialista de Salud, Marina Geli, exponente del sector catalanista del PSC y alineada con los posicionamientos de la corriente más crítica de este partido, cuyos máximos exponentes acabaron abandonándolo. Geli celebró en el palco, al lado mismo de Artur Mas, la victoria de Junts pel Sí (JxS) en las elecciones autonómicas del 27 de septiembre.
En esta estructura, cada uno de los partidos integrados podría participar sin perder su identidad, aunque bajo la batuta del timonel que sería Artur Mas. Y este se mantendría lo suficientemente alejado de Convergència o del partido que la sustituya como para no ser visto como un dirigente político al uso, sino como una figura integradora de un espectro político. Esa ‘marca’ sería la que, al final, condicionaría la política catalana y reivindicaría el liderazgo del independentismo.
En un plano aparte queda lo que sería la actual CDC. Algunos son partidarios de mantener esas siglas para que continúen acaparando los focos de los temas relacionados con la corrupción. En otras palabras, quedaría funcionando como el ‘banco malo’ del nacionalismo convergente. De esa manera, la nueva superestructura creada por Mas quedaría al margen de sospechas e investigaciones, funcionando oficialmente de un modo transparente y modélico. Es más: algunas fuentes apuntan a que alguno de los ‘enemigos’ o rivales políticos convergentes de Mas podría ser el encargado de seguir haciendo funcionar las siglas de CDC, que están abocadas a sentarse en el banquillo de los acusados en algunas de las numerosas causas judiciales abiertas contra el partido, contra dirigentes del mismo o contra la Fundación CatDem.