ARCADI ESPADA – EL MUNDO – 13/08/15
· Las declaraciones del presidente Rajoy sobre la reforma de la Constitución han sido celebradas por el matutino La Vanguardia en su editorial de ayer. A decir verdad no sé bien lo que el diario celebra, porque tampoco sé lo que Rajoy propone. Pero eso ya es propio de la retórica del juego del teléfono en que se ha convertido el debate constitucional. El texto pertenece a la categoría de editoriales de sofá con que tantas veces nos obsequia el matutino condal.
Y en consecuencia pide que Cataluña se siente cómoda. Es evidente que el periódico equivoca ligeramente el mueble que necesita Cataluña, pero eso está inscrito en su legendaria naturaleza comodona. Comodona y con ese puntito de arrogancia que cada vez resulta más patético observar en la opinión editorial de los periódicos: es digno de observación y mérito cómo el editorialista, abotargado después de su melopea conceptual, reúne las últimas fuerzas que le quedan para levantar su dedo índice y decir: «Pero queremos también prevenirle [al Gobierno] de que no es hora de timideces ni remiendos». El puntito de prosa Galinsoga nunca muere.
Como todos los editoriales de su género salonnier, acaba donde debía empezar y pide una reforma que sea aceptada por una parte significativa de los partidos catalanes. «Una parte significativa» no significa nada, y eso que no estábamos ni para timideces ni remiendos. Pero es ahí donde el editorial toca bola sin saberlo y donde se demuestra la inutilidad de una reforma vinculada a la neutralización del proyecto secesionista. (Inutilidad, por cierto, más preocupante desde que, por vez primera, los dos grandes partidos españoles parecen haber aceptado una reforma en esos términos.) Porque, en efecto, no hay posibilidad ninguna de que una reforma de la Constitución complazca a una parte significativa de los partidos catalanes.
Tomando como base el parlamento recién disuelto hay tres partidos independentistas (Convergència, ERC y Cup) cuyo objetivo constitucional es declarar el fin de la jurisdicción española tras el 27-S. Uno más, Iniciativa, partidaria de reservar a los votantes catalanes el derecho a decidir y otro, el Psc, que desde que nació no acaba de decidirse. Es cierto que quedan otros dos, PP y C’S. Pero me cuesta ver que el matutino condal piense en ellos. Así pues, y de no haberse detenido en el momento en que sus empalagosas ficciones iban a vérselas con la amarga verdad, hubiese hecho bien el editorialista en explicar con qué partidos cómplices cuenta para la reforma.
Pero sobre todo hará bien en decirlo el Gobierno.
ARCADI ESPADA – EL MUNDO – 13/08/15