No le están yendo bien las cosas a Batasuna desde que ETA le interrumpió el proceso de negociación. Va lentamente hacia abajo aunque haya logrado volver a muchos ayuntamientos. Sus grandes exigencias no acaban de tomar cuerpo.
Conociendo la persistencia del entorno de ETA, incluso en momentos políticos a la baja como éste, no cabe duda que el terrorista fallecido ‘Pelopintxo’ tendrá su consabido homenaje. Si no es hoy en Amorebieta, mañana en San Sebastián. En forma de manifestación, paseo de pancartas por la playa entre las toallas de los bañistas o citando a la policía desde el callejón. Pero el núcleo duro del conglomerado de Batasuna, que ha dedicado 60 homenajes a los activistas de la banda durante los dos últimos años, no puede permitirse que cunda el desánimo entre sus bases, con Otegi encarcelado y con Navarra a partir de hoy presidida por Miguel Sanz, un poco más lejos del sueño nacionalista de anexionarla a Euskadi.
No le están yendo bien las cosas a Batasuna desde que ETA le interrumpió el proceso de negociación. Va lentamente hacia abajo aunque haya logrado volver a muchos ayuntamientos. Sus grandes exigencias no acaban de tomar cuerpo. Del giro político en Navarra no esperaban gran cosa, es verdad, desde que la banda anunciara la ruptura de su tregua. «Sin Navarra, ni el derecho de autodeterminación, no hay proceso» ¿Lo recuerdan?. Lo decían, retadores, los portavoces de la ilegalizada Batasuna tres veces por semana durante unos cuantos meses. Pero llegaron a creer que si los nacionalistas llegaban a dirigir el destino de Navarra, barrerían para casa. A estas alturas ya nadie tiene el cemento suficiente para negar que Navarra estuvo sobre la mesa mientras se habló con ETA (por lo tanto, los miedos expresados por la oposición en el Congreso no eran cantos de sirena).
Hoy, salvo sorpresas de última hora, Navarra estrenará gobierno. Minoritario. Un ejecutivo que representa al 48% de los votantes, que no está nada mal pero que le impedirá a su presidente gobernar con prepotencia y sectarismo. Desde Nafarroa Bai Zabaleta no disimula su decepción. Lógico. Alguien les hizo creer que podrían tocar poder. Y, seguramente, si ETA no hubiera echado por tierra la tregua, el viento habría soplado en esa dirección. Pero de ahí a decir que los socialistas, al facilitar el gobierno a UPN, han faltado al respeto a los votantes, media un abismo. ¿Qué han dicho los votantes? Que pertenecen a una comunidad plural, desde luego. Pero que quieren que gobierne UPN, con ayuda de otros. Que Nafarroa Bai esté haciendo política institucional es un buen síntoma para la democracia. Pero desde la oposición, que es de momento donde les han colocado las urnas.
De Sanz habrá que ver cómo se amolda a sus nuevas necesidades. Se le empieza a notar el mismo pragmatismo que mostró cuando ETA anunció su tregua. Los socialistas empiezan a celebrar lo que ellos entienden como un «desmarque del PP». Pero Sanz, en estos momentos y después de todo lo que ha visto, no se fía ni de su sombra.
Tonia Etxarri, El Correo, 11/8/2007