Tonia Etxarri-El Correo

Como muestra de voluntad de zanjar una disputa verbal donde no la hubo, el presidente del Gobierno accedía a las condiciones expuestas por Alberto Núñez Feijóo para acceder a esa reunión pendiente. Será el viernes 22, día de la Lotería de Navidad, en el marco elegido por el jefe de la oposición, el Congreso, para hablar de todo lo que haga falta. También de la amnistía, del pacto de Pamplona del Partido Socialista con Bildu y del deterioro institucional en órganos como el Consejo de Estado y la Fiscalía. De la despolitización de los medios de comunicación públicos. O sea que para Feijóo «la perra gorda», dijo Sánchez a modo de concesión, aunque el aludido se mostraba persuadido de que quien se está llevando la mejor parte de todos estos intercambios y negociaciones es el grupo de Otegi, aparte de Puigdemont, claro está.

Con la exigencia de un orden del día muy concreto por escrito y sin puenteos a través de los medios de comunicación, Feijóo recuperó ayer la iniciativa a pesar de todos sus condicionantes para celebrar este encuentro. A saber: que el presidente le ha despreciado en múltiples ocasiones, que muchos de sus votantes no entienden esta puesta en escena por creer que Feijóo le va a regalar al inquilino de La Moncloa una imagen al mismo nivel que el del prófugo de la Justicia, que la moción de censura de Pamplona le haya tentado a tratar al presidente del Gobierno con el desdén que él le ha mostrado. A pesar de todos esos inconvenientes, en el PP -que han cabalgado sobre sus contradicciones- creen que Feijóo y Sánchez deben hablar.

El interés de Feijóo en estampar negro sobre blanco sus condiciones del temario era cuestión de dignidad del partido más votado al que se le ha estado humillando desde las filas socialistas. El líder del PP tuvo que volver a escuchar ayer el mantra de que él perdió las elecciones, que como no acepta los resultados electorales tiene una actitud poco democrática, que está atascado, que lo suyo es un berrinche ¡Ah! Y que tiene una «expresión avinagrada» (soltaba Sánchez con el latiguillo «si me lo permite»). Sin insultar, ¿eh?

Sánchez reprocha a Feijóo su obsesión por el sanchismo dejando al descubierto su ídem con el centroderecha. Le pide a Feijóo romper sus pactos con Vox, pero él le va a entregar la Alcaldía de Pamplona a Bildu. Cuando se pacta con la extrema derecha se acaba pensando como la extrema derecha, es el último eslogan de Sánchez. Sin aplicarse el lema a su extremo. En un interesante libro de Steven Levitsky se concluye que «cuando el temor o el oportunismo conducen a los partidos establecidos a incorporar a extremistas en el sistema general, la democracia se pone en peligro». Y Sánchez no está, precisamente, en el centro. Él también pacta con ultras: en su extrema izquierda y en la periferia supremacista.

Del cara a cara que mantuvieron ayer Sánchez y Feijóo en el Congreso se desprende que no hay un clima propicio para el entendimiento. Veremos el relato de cada cual después de la reunión.