La plaza de España

EL MUNDO- 16/02/16 – ARCADI ESPADA

· El partido Podemos es partidario de convocar referéndums para cualquier cosa, entre otras razones porque, dada su inteligencia, debe apelar con frecuencia a lo que llaman la inteligencia colectiva. La palabra referéndum sale ocho veces en el documento de propuestas de Gobierno que ha tenido a bien hacer llegar a la ciudadanía. El partido plantea referéndums que, como dicen en el barrio alto, son una gozada.

Por ejemplo, el que reformaría la Constitución obviando la mayoría de bloqueo del Partido Popular, una propuesta verdaderamente creativa en la línea de la democracia tribal que es su santo y seña. También es del máximo interés el referéndum para elegir al jefe de informativos de RTVE, aunque, en este caso, el demos es confuso. No he sabido dar con el referéndum revocatorio, esa obra maestra de la ingeniería política venezolana que convierte en dictadura una democracia. Pero, sobre todo, no he sabido dar con el referéndum sobre Cataluña.

Aclarémoslo. El documento podémico sigue dócilmente las instrucciones que dejó estipuladas la alcaldesa Colau, es decir, la necesidad de convocar en Cataluña, e inmediatamente, un referéndum de autodeterminación. Ese referéndum supondría, obviamente, una cesión de soberanía del conjunto de los españoles, que vendrían a decirles a los catalanes: «Dispongan ustedes como suyo de lo que era nuestro». Lo interesante es que el partido Podemos piensa materializar la cesión de esa soberanía a través de un pacto de Gobierno que incluye a poco más de la mitad de una cámara formada con la participación de un 73% del censo.

El partido del asambleísmo gutural, el de todo el poder para los soviets, no cree necesario preguntar a los españoles qué les parece esta su cesión del derecho a decidir. ¡Tratándose del partido que convoca un referéndum para reformar la plaza de España!

Esta inconsistencia lógica, política y moral no solo alude a las discretas relaciones que el partido Podemos mantiene con la razón y la democracia. Revela, sobre todo, la impostura de plantear el proceso de secesión catalana a partir de la democracia y (¡lo que hay que oír!) como su expresión más profunda. Desde la democracia, y por el momento, la secesión catalana no tiene la más mínima posibilidad de materializarse. Necesita de un golpe en la mesa. De un axioma. O de una estafa como la podémica.

EL MUNDO- 16/02/16 – ARCADI ESPADA