Tonia Etxarri-El Correo
Si todos los partidos políticos que se presentan en las urnas el 28 de abril coinciden en señalar estas elecciones como históricas, es porque nos encontramos en un escenario sin precedentes. La encuesta de GAD3 que publica hoy EL CORREO confirma que la irrupción de Vox intensifica la rivalidad y fragmenta el voto del centro derecha. Una situación favorable para Pedro Sánchez que se está beneficiando, sobre todo, del desplome de Podemos. El socialismo, después de una moción de censura y una legislatura acortada, solo puede volver al poder una vez superada la crisis económica anunciando regalos electorales con el dinero público. Acota, así, el margen de Podemos absorbiendo su discurso, beneficiándose de los votos que perdió y fueron a parar al espacio populista y, además, de la abstención de los suyos.
La pugna se está centrando en los desvaríos secesionistas catalanes entre ocurrencias de Vox. Pero los bloques entre quienes quieren romper España y quienes defienden la Constitución están tan limitados que tanto Pablo Casado como Albert Rivera insisten en las alianzas de Sánchez el día después. Pero si se confirmara la distribución de escaños en el próximo Congreso, el centro derecha no lograría sumar la mayoría necesaria. El PP Ciudadanos y Vox no podrían formar gobierno. El PSOE, sin embargo, iría sobrado. Con 134 escaños, a pesar del descenso de Podemos ( 27), no le haría falta contar con todos sus socios de la moción de censura para alcanzar los 176 escaños.
A cinco semanas de las votaciones, los partidos redoblan su sobreactuación por si las encuestas fallaran, como les pasó a casi todas en Andalucía. La izquierda ha dado una vuelta de tuerca a su intento de demonización del centro derecha negándole toda legitimidad democrática. PP, Cs y Vox han pasado de ser tildados de «ultras» a «nazis» por el director del CIS, Tezanos. El hartazgo y la decepción de la política junto a los miedos diversificados (a Vox, unos, al 155 otros) están actuando de propulsores de la movilización. Vox está recogiendo el voto de la desafección y de quienes esperan medidas más decididas en Cataluña. Seguramente su irrupción no habría sido tan fuerte si Sánchez no hubiera apostado por la ‘exhumación’ de la extrema derecha. Sin esa polarización entre los ultras y él, los generales retirados no se habrían ‘alistado’ en Vox sin tener necesidad de colocarse en un puesto en la política.
A diferencia de la derecha, la izquierda ha vuelto a un bipartidismo clásico. Con un partido recuperado como el PSOE y otro que asume ya, dado su desplome, con ser su apoyo, como Podemos. Ni el cambio de género en la denominación de su partido (Unidas Podemos) está sirviendo para frenar la fuga de voto. Iglesias ha pasado del ‘asalto a los cielos’ a conformarse con algunas carteras en el Gobierno de Sánchez. Y como en su baja paternal ha descubierto la Constitución, tan denostada en la pasada legislatura, va a plantear batalla a los constitucionalistas con un ejemplar bajo el brazo.
El miedo al 155 y la continuidad de la tensión con los independentistas explica la subida del PSC en Cataluña. La fuerza más votada por encima de ERC. El PP se quedaría sin escaños en 3 de las 4 provincias catalanas. Y Ciudadanos, los más votados en las autonómicas, acusan el desgaste frente a socialistas e independentistas. Casado sigue reclamando la unidad de listas con formaciones conservadoras. Ve que en algunos territorios cede mucho a Vox sin que esos votos se conviertan en escaño. Tan solo en Navarra ha sido posible la confluencia de UPN, PP y Ciudadanos. Seguirá insistiendo en el voto útil de la derecha, centristas y liberales. La volatilidad del voto se detecta aunque aún no figure. Habrá que esperar a conocer la respuesta a la próxima encuesta. ¿Va a cambiar usted de voto? Salvo la fidelidad de la opción nacionalista, todo lo demás está por escribir.