La presencia de Otegi mancha el Europarlamento

EDITORIAL EL MUNDO – 26/04/16

· Decía Albert Camus que no podía justificar a los musulmanes del FLN que ponían bombas en los tranvías de Argel porque en ellos viajaba su madre. Apoyar esas acciones era hacerse corresponsable de todos y cada uno de esos asesinatos.

Todos hemos sido testigos –y especialmente los que pertenecemos a la redacción de este periódico– de cómo ETA asesinaba a centenares de guardias civiles, policías, jueces, militares, concejales, funcionarios del Estado y periodistas. Todavía no ha transcurrido tiempo suficiente para olvidar la espantosa mañana de domingo de hace 16 años en la que nuestro compañero José Luis López de Lacalle yacía muerto a unos metros de su casa en Andoain tras ser tiroteado por unos desalmados.

Nada de esa barbarie puede ser olvidada. Por ello, es una afrenta la mera presencia de Arnaldo Otegi en el Parlamento Europeo, al que acude hoy y mañana invitado por el grupo de eurodiputados de izquierda, del que forman parte Podemos e IU.

Maite Pagaza y María Teresa Jiménez-Becerril, cuyos hermanos fueron asesinados por la banda terrorista, se han dirigido al presidente de la Eurocámara, Martin Schultz, para que evite su presencia. Pero desgraciadamente han fracasado en el intento.

La presencia de Arnaldo Otegi en una institución que constituye el símbolo de la democracia y el respeto a los derechos humanos es un insulto. Y es además un olvido de la tradición que representa el Consejo de Europa, con sede en Estrasburgo, que nació para preservar los valores humanistas de nuestra cultura.

Otegi no ha pedido perdón ni ha reconocido su responsabilidad personal en una organización que se dedicaba al asesinato. Y todavía estamos esperando que pida disculpas a Luis Abaitua, al que secuestró y torturó en un zulo por haber cometido el imperdonable delito de ser directivo de la fábrica de Michelin en Vitoria. Corría el año 1979, la Constitución estaba en vigor y España era una democracia parlamentaria con división de poderes y respeto a los derechos humanos. En lugar de trabajar para consolidar el pacto político que supuso la Transición, Otegi y los suyos hicieron todos los esfuerzos por destruir el sistema pasando por encima del valor de la vida humana.

Muchos años después, el líder de la izquierda abertzale sigue legitimando la violencia de ETA, como se pudo comprobar en un reciente programa de televisión, en el que se presentaba como una víctima de la represión del Estado y un luchador por las libertades.

Él y sus compañeros podían haber defendido sus ideas pacíficamente en las instituciones, pero optaron por sembrar el terror en la sociedad vasca y asesinar a casi un millar de personas en nombre de una abstracción. Ahora pretenden que aquello se olvide, que los presos salgan a la calle y que en el País Vasco se haga borrón y cuenta nueva.

Mientras existan voces como la de este periódico no lo van a conseguir porque no es posible hacer creer que lo negro es blanco ni cambiar la historia reciente de España. Ahí están los cementerios y las víctimas que nos siguen hablando con elocuencia. En estas páginas, sigue presente la voz de José Luis López de Lacalle, que nunca podrán silenciar.

El Europarlamento es libre de manchar su trayectoria y de dar cobijo a personas como Otegi y otras que se sientan allí para defender lo que representó ETA. Pero la sangre y la ignominia no se borran.

Los responsables de esta afrenta a las víctimas son Podemos e Izquierda Unida. ¿Ha encontrado acaso Iglesias argumentos para justificar aquellos crímenes? Estos dos partidos aseguran luchar contra la violencia, el terrorismo y el fanatismo, pero su invitación a Otegi cuestiona la firmeza de ese compromiso.

Es sencillamente intolerable que este sujeto vaya al órgano que representa a todos los ciudadanos europeos a dar lecciones de política. Pero más inexplicable todavía es que decenas de miles de vascos sigan votando al partido que le ha elevado a la categoría de líder.

Pedimos desde estas líneas que los eurodiputados de los partidos democráticos manifiesten hoy su repulsa por la presencia en el Parlamento Europeo de Arnaldo Otegi, que simboliza los males y los horrores que han intentado combatir los hombres libres de este continente, que no dudaron en el siglo pasado en entregar su vida por luchar contra el nazismo y el estalinismo.

EDITORIAL EL MUNDO – 26/04/16