Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 2/11/11
Es importante saber las causas reales de la derrota etarra para que la política que se aplique sea eficaz
Hace tres años, a principios del 2008, Garikoitz Aspiazu, Txeroki, entonces jefe de ETA, hizo un análisis de la situación de la banda terrorista. Su análisis se remontó hasta el año 2001, en el que detectó el origen de la decadencia del grupo. El dirigente etarra mencionó una serie de factores de la debilidad de la organización terrorista, factores que, en último término, tenían todos que ver con la eficacia de la persecución policial.
«Siendo todos estos factores una realidad objetiva, el declive que vino a partir del 2001 era lógico –escribió Txeroki–. Si no se tienen en cuenta esos factores a la hora de realizar un análisis y tomar decisiones, el declive es imparable. No ha sido algo coyuntural, no ha sido una mala racha. Si se continúa igual no se puede dar la vuelta a la situación, sino que esta puede ir a peor».
Las advertencias formuladas por el jefe de ETA han terminado confirmadas por el tiempo. La banda no fue capaz de corregir la situación crítica en la que se encontraba y por eso no fue capaz de parar el declive que anunciaba Txeroki. «La capacidad militar de la organización será cada vez menor –profetizó–. Habrá más dificultades para condicionar la situación política y habrá más dificultades y penurias, y como consecuencia de esto, un debate permanente sobre la efectividad político-militar».
Ahora que ETA ha anunciado el cese definitivo de la actividad terrorista, comienzan a aparecer quienes quieren capitalizar ese triunfo sobre la violencia. Los dirigentes de la izquierda abertzale son los primeros que quieren colgarse la medalla, aunque su mérito principal es el intento de enmascarar el fracaso histórico de ETA. También hay quienes quieren presentar el desistimiento de la banda como fruto del diálogo del 2006, en vez de atribuirle el mérito al éxito de la política de firmeza que se aplicó después de aquel fracaso. Y no faltan quienes atribuyen el paso de ETA a la representación con figurantes internacionales que en los últimos tiempos han acompañado a la izquierda abertzale.
La propia ETA, en cambio, no se engañaba sobre cuáles han sido las causas reales de su propio final. Un documento de principios del 2009 intervenido al dirigente etarra Ekaitz Sirvent explicaba cómo «desde el final del proceso hasta ahora se ha ido apagando el protagonismo y la iniciativa de la izquierda abertzale». «La izquierda abertzale y su línea, como consecuencia de la influencia de la ruptura del proceso y la represión, se ha sumergido en un debilitamiento general», sostenía.
La respuesta del Gobierno había «superado la capacidad de reacción de la izquierda abertzale». «El enemigo ha conseguido la victoria con la apuesta realizada: votos o bombas», apostillaba ETA. Es importante saber cuáles han sido las causas reales de la derrota etarra, no sólo para no colgar medallas a quien no las merece, sino para que la política que tenga que aplicarse en la nueva situación tenga claro lo que ha sido eficaz y lo que no.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 2/11/11