JUAN CARLOS GIRAUTA-El Debate
  • Los próximos años serán de fuerte agitación y propaganda, sin ideas en el bloque golpista. Hay que resaltar la ilegitimidad en la que los socialistas con dos dedos de frente se saben inmersos
Los analistas no están dispuestos a aceptar la presencia del factor irracional en política. A menudo ni siquiera aceptan el azar. En realidad ambos elementos resultan siempre condicionantes y en no pocos casos determinantes. Las más persistentes excrecencias del socialismo dizque científico están en la academia; el historicismo marxista lo impregnó todo. Las ideas hegemónicas no solo marcan la pauta de razonamiento, el lenguaje y la difícil jerarquía de lo fáctico a la hora de interpretar la realidad; también tiñen cuanto escribe la mayor parte de sus adversarios declarados. En eso consiste exactamente la hegemonía. No se trata de que haya más medios de izquierdas que de derechas, se trata de que los medios de derechas adoptan los esquemas, marcos mentales, categorías, conceptos y lenguaje de la izquierda.
Por eso tantos analistas ajenos a la izquierda están en realidad guiados en sus percepciones, valoraciones e interpretaciones por una visión del mundo que ni siquiera tiene en cuenta la posibilidad de que la nariz de Cleopatra cambiara el mundo. Todo cuanto concibe al elevar el pensamiento hacia los procesos históricos –o los momentos históricos, como el actual autogolpe– está moldeado por una doctrina falsa, aun cuando la doctrina haya desaparecido, o jamás se haya suscrito conscientemente. Esa doctrina descansa sobre un tipo de historicismo según el cual la historia «avanza» (sea eso lo que sea) como resultado de una suerte de corriente, unas fuerzas soterradas que actúan fatalmente. Y esas fuerzas son racionales.
Pero ni la historia avanza hacia ningún lugar, ni existen esas fuerzas ocultas determinantes, ni resulta mínimamente científico descartar el azar de los sistemas complejos (la sociedad, la economía), ni es en absoluto realista confundir los modelos con la realidad. No hay razón para dar por imposible que un actor político realice movimientos contra sus intereses. Lo vengo sosteniendo desde que quedó establecida la actual aritmética parlamentaria: Junts es un jugador irracional. La invencible dificultad de académicos y periodistas para tomar en cuenta el azar y la irracionalidad, cuando están tan a la vista, ilustra el grado de penetración ideológica, de hegemonía cultural de la izquierda. Ello a pesar de que la izquierda tradicional ha abandonado primero el marxismo, y después cualquier cosmovisión basada en la justicia social, para abrazar todo tipo de disparates identitarios.
Por eso la lucha más importante sigue siendo la de las ideas. Por eso el partido Junts acabará consigo mismo exigiendo lo que ni siquiera el gran traidor puede darles, puesto que ninguna modificación del delito de terrorismo puede alterar la tipificación prevista en la directiva europea al respecto. Por eso el sanchismo será una etapa larga y agónica (Sánchez gobernará sin presupuestos). Los próximos años serán de fuerte agitación y propaganda, sin ideas en el bloque golpista. Hay que resaltar la ilegitimidad en la que los socialistas con dos dedos de frente se saben inmersos. Ante tal escenario, voy a volver a la red X, que ya no es Twitter ni está en manos de magnates woke. ¡Agitación y propaganda! Estrategia especular.