Tonia Etxarri-El Correo
El enfrentamiento izquierda-derecha ha debilitado la opción constitucionalista
Pedro Sánchez está ya con el uniforme de presidente. Antes de que el Rey inicie sus rondas post electorales para evacuar consultas con los principales representantes políticos, el candidato del partido ganador necesita postularse. Sin esperar turno. Ni lugar. Y antes de que Felipe VI encomiende a un representante la tarea de formar gobierno, el dirigente socialista se ha adelantado a la jugada. Convocando a los tres líderes con los que se reunirá esta semana. En La Moncloa. No en una sala del Congreso (como hizo Rajoy en 2016 enmendándose a sí mismo la convocatoria del año anterior) o incluso en Ferraz. Pero hecha le ley, hecha la trampa. Y como la Constitución establece que primero se tiene que conformar el Congreso antes de que el Rey proceda a evacuar consultas, en el entorno del candidato a presidente aseguran que Sánchez solo hablará con Casado (hoy) y Rivera e Iglesias (mañana) de la composición de las mesas del Congreso y Senado. Difícil imaginar esa reducción del orden del día.
No parece probable que no se vayan a abordar las alianzas que va a necesitar Sánchez para formar Gobierno. Aunque sepa de antemano que con el PP no habrá entente y Ciudadanos se haya descartado, a pesar de las presiones. Pero con 123 escaños (14 menos que Rajoy en 2016) va a tener que ganar el apoyo de 53 parlamentarios para poder asegurarse una legislatura mínimamente estable. Porque ese Ejecutivo en solitario, reforzado con apoyos exteriores, con el que sueña Sánchez, va a tropezar con numerosos obstáculos.
Son muchos los que quieren apoyarle, desde luego, pero a cambio de jugosas prebendas. La puesta en escena más descarada es la de Podemos, que quiere entrar directamente a formar parte del gabinete del nuevo sanedrín de La Moncloa. Hay quien sostiene que Pablo Iglesias está sobreactuando. Pero, en realidad, se entiende su insistencia en querer gobernar con Sánchez (expresada ahora con menos prepotencia que en aquella comparecencia de enero de 2016 cuando se adjudicaba la vicepresidencia, además de las carteras de Economía, Justicia, CNI, Televisión y unas cuantas más) como una estrategia de supervivencia.
Dados su malos resultados electorales, Iglesias necesita poder. Y Sánchez está atrapado en esa contradicción. Lo que menos le interesa, ahora que el populismo izquierdista ha perdido fuelle, es dar un balón de oxígeno a Podemos concediéndole unas cotas de poder que no le han otorgado las urnas. Pero, al mismo tiempo, sabe que no puede tratarlo como si fuera un tigre de papel. Porque le podría complicar la legislatura.
¿Y qué actitud piensa mantener Pedro Sánchez con los nacionalistas a los que, en esta primera ronda, no ha convocado? El PNV espera su oportunidad. Pero los independentistas catalanes no parece que vayan a variar su hoja de ruta. Sostiene el hispanista francés Benoît Pellistrandi, a quien Josep Borrell acaba de presentar su libro ‘El laberinto catalán’, que los socialistas deben dar la batalla ideológica al nacionalismo. Porque España ya había conseguido salir del laberinto de su dramática historia contemporánea pero los independentistas catalanes están creando un nuevo laberinto y pueden volver a darse «episodios dolorosos».
¿Qué pasos piensa dar Sánchez para sofocar el plante secesionista promovido desde las instituciones catalanas? Los 15+4 diputados de ERC y EH Bildu sí que tienen un plan. Con sus presos, con las reacciones a la sentencia del juicio cuando el Tribunal Supremo se pronuncie, y con el referéndum secesionista. La Asamblea Nacional de Cataluña (ANC) se mantiene en su apuesta unilateral para alcanzar la independencia. Falta tiempo para imaginar un escenario de elecciones autonómicas en Cataluña que podría cambiar alguna correlación de fuerzas en un nuevo gobierno si el PSC mantiene su posición ascendente en las urnas. Y queda para el recuerdo reciente que el rechazo de los independentistas catalanes a los Presupuestos de Sánchez, a pesar de haber sido socios de la moción de censura, acabó por precipitar el final de la legislatura.
Habrá rondas y sondeos. Pero Sánchez no moverá piezas fundamentales hasta después del próximo 26 de mayo. Va de campaña en campaña hasta que no tenga ubicado todo el tablero. El enfrentamiento izquierda-derecha ha debilitado la opción constitucionalista. Pero el PSOE, como ganador de las elecciones generales, está diseñando el próximo escenario. Veremos qué depara la ‘segunda vuelta’.