JUAN CARLOS VILORIA-EL CORREO

  • Sostiene Rajoy que votantes «normales» no apoyarían a Vox en inmigración o UE

Mariano Rajoy está de bolos presentando su último libro con su consabida ponderación e ironía, que a veces puede acabar resbalando hacia una cierta asepsia ideológica con la que adversarios y algunos compañeros de viaje le han zarandeado en su larga carrera en el centro-derecha nacional. ‘Política para adultos’, título del libro, es ya una declaración de intenciones sobre su reivindicación de la madurez política frente a los riesgos del populismo, la demagogia, la polarización y el infantilismo que nos invaden. Es el Rajoy ya conocido en su apuesta por la ‘realpolitik’ y poco dado a entrar en debates culturales, doctrinales o ideológicos. El hombre del traje gris. Un alto funcionario que cree en la razón práctica y que confía en la buena voluntad de sus semejantes y en las reglas de juego de la democracia. Que huye de la colisión y la disputa. Y que, de puro bonachón, ha acabado por ser un político incauto al que le han robado la merienda.

El libro no aporta nada nuevo al peor momento de su larga vida política, cuando no se olió la jugada que le estaban preparando los nacional-populistas de izquierda y sus amigos del PNV. Cuando se resistió a dimitir y aceptar el ofrecimiento de Pedro Sánchez para retirar, a cambio, la moción de censura. Cuando en la larga sesión de aquella infausta tarde tomó la funesta decisión de ausentarse de su escaño.

No ha explicado de forma convincente en sus entrevistas de lanzamiento del libro cómo pudo ocurrir semejante secuencia de patinazos a un político tan experimentado y de larga trayectoria. Ahí demostró que un político puede que practique política para adultos, pero al mismo tiempo se le puede engañar como a un niño. Sin embargo, Rajoy ha aprovechado el foco mediático para soltar algunas andanadas contra su derecha que ahora ocupa Santiago Abascal y de cuya súbita eclosión es en buena parte culpable. Porque Vox, además de ser un reactivo al populismo de izquierda surgido el 15-M, también hunde sus raíces en el descontento de una parte del electorado popular por la gris, anodina, insustancial gestión que Rajoy hizo de su mayoría absoluta y la manera como se dejó desalojar de La Moncloa.

Ahora sostiene que los electores «normales» no pueden votar las posiciones de Vox en política inmigratoria o en lo referente a la UE o, incluso, sobre la forma de combatir la pandemia. Puede ser. O puede que no. Depende. De momento, la sombra de Abascal en Andalucía ya augura elecciones y no parece que Vox vaya a desaparecer. Mucho tendrían que cambiar las cosas para que Casado pudiera llegar a La Moncloa sin tener que apoyarse en los electores ‘no normales’, como diría Mariano. Políticos adultos sí, ingenuos no.