Antonio Casado-El Confidencial
- La instrumentación pública del agravio presupuestario respecto a Cataluña y la descapitalización de Madrid atenta contra el protagonismo socialista del fin de semana
Si alguien pensó que el reciente acercamiento PP-PSOE daba una tregua a la bronca política no contaba con el pleno del jueves en la Asamblea de la Comunidad de Madrid. Una tabernaria banda sonora a uno y otro lado de la barricada. La sesión degeneró en gritos, insultos y gestos ofensivos por asuntos fuera de guion (el préstamo de Avalmadrid al padre de la presidenta y el alquiler de viviendas a los jóvenes), tras un furibundo ataque de Díaz Ayuso al Gobierno por ninguneo en las cuentas del Estado (11,4% más de inversiones en Cataluña, 7,9% menos en Madrid).
La instrumentación pública del agravio presupuestario atenta contra el protagonismo socialista del fin de semana. Por si había dudas, y coincidiendo con el arranque del 40º congreso del PSOE, la presidenta madrileña publicaba este viernes un artículo en el diario ‘El Mundo’ («Descapitalizar España») donde se acusa a Sánchez nada menos que de activar una «estrategia de la carcoma» para acabar con el diseño constitucional del Estado.
Nada nuevo, por supuesto. Ella, erre que erre, sigue diciendo «B» donde Sánchez dice «A», según la denuncia televisa del presidente horas antes de abrirse en Valencia el conclave socialista. No es la primera vez que pilla con el pie cambiado a su jefe político, Pablo Casado, que ahora dice «A» donde también lo dice Sánchez, respecto a la renovación del TC, Tribunal de Cuentas, Defensor del Pueblo y Agencia de Protección de Datos. O sea, que Ayuso vuelve a decir «arre» donde Casado dice «so».
La carambola de egos resulta tentadora como pasto fresco de tertulianos y finos analistas, que no dejarán de preguntarse si es o no deliberado que Ayuso redoble su agresividad contra Moncloa justo cuando Pablo Casado se acerca a Moncloa para romper el bloqueo de esas cuatro instituciones.
El balón queda botando a las puertas del espacio Feria Valencia, donde se va a escenificar que el PSOE va sobrado de partido, de programa y de líder para salir airoso en venideras convocatorias electorales. Con dos ideas fuerza. Una, la unidad del partido, visualizada en las imágenes que protagonizarán los barones y los exlíderes del PSOE con Sánchez, en sendas fotos de familia. Otra, la fortaleza de la socialdemocracia, declarada en la ponencia política y subrayada por la presencia de líderes europeos de esa familia ideológica.
La redoblada ofensiva de Ayuso contra Moncloa coincide con el acercamiento de Casado a Sánchez sobre órganos pendientes de renovación
La sombra de Ayuso se proyecta más larga que la de Casado sobre la fiesta socialista del fin de semana. En su paso de vísperas por la tele, el presidente del Gobierno no habló de la profecía del líder nacional del PP sobre la quiebra de España, sino de los dos últimos frentes abiertos por Ayuso: descapitalización de Madrid y agravio comparativo con Cataluña en los PGE 22.
Mientras tanto, el congreso socialista no promete novedades de fondo, como la reforma de la Constitución, el modelo de Estado o la desafección institucional de la ciudadanía o el funcionamiento de la Corona. Hay un interesante volquete de propuestas que exigen mayor rendición de cuentas de la Casa del Rey, en línea con la petición de explicaciones al emérito formulada por Sánchez sobre el comportamiento nada ejemplar de aquel. Pero no aparecen exigencias similares respecto a la gestión del Gobierno. Se echan en falta enmiendas similares. No ya en relación con la transparencia en sus actuaciones. También en relación con sus resultados políticos en perspectiva socialista.
Parece lógico que sus propios seguidores pidan explicaciones a un Gobierno de izquierdas que durante su mandato vio aumentar las colas del hambre, el paro juvenil, el recibo de la luz, el precio de los alquileres, etc. Muy socialista no parece que estos últimos tres años hayan alumbrado un PSOE menguante en las encuestas y una España económicamente más endeudada, socialmente más desigual y políticamente más reñida.