JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 28/09/14
· De separarse, Cataluña se convertirá, de entrada, en un paria. ¿Luego?.
Bajo la larga, profunda, lúgubre sombra de Pujol, Mas ha firmado la convocatoria de una consulta que él es el primero en saber que no se celebrará. No ya por su ilegalidad, sino porque, como decía el diestro, no puede ser y, además, es imposible. Lo confesó el propio Mas, puede que sin darse cuenta, al enumerar sus condicionamientos: el acuerdo del resto de los españoles; el beneplácito de la Unión Europea; el respaldo del resto del mundo. Se trata de una fantasía, de un sueño, de una ilusión, de un espejismo, en el que han terminado buen número de catalanes, adormecidos por un adoctrinamiento incesante a lo largo de tres décadas, ante la pasividad de unos gobiernos españoles que incluso lo fortalecieron en busca de ventajas partidistas.
Pero la realidad no se deja llevar por ese tipo de ensoñaciones ni mentirijillas. La realidad es dura como el pedernal y, si Cataluña quiere separarse de España, el resto de España no querrá saber nada de ella; la Comunidad Europea la verá como una amenaza para el resto de los estados miembros con problemas separatistas, y el mundo, ¡Dios mío!, el mundo tiene demasiados problemas como para ocuparse de lo que una pequeña parte de un país mediano haga o deje de hacer.
Quiero decir que, de separarse, Cataluña se convertirá, de entrada, en un paria. ¿Luego? Luego, nadie puede decirlo, con lo revueltas que están las cosas, pero desde luego nadie piense que va a celebrarse con cohetes su independencia, excepto en aquellas regiones ricas de otros países que no quieren compartir sus riquezas con las pobres. No creo que los catalanes hayan perdido la cabeza hasta tal punto de lanzarse a aventuras como esta.
Más, con lo que han sabido últimamente sobre el patriarca de su soberanismo. Es verdad que Jordi Pujol se desnudó, como dijo, ante el Parlament. Pero, contra lo que creía, no para mostrar su inocencia, sino para mostrar sus vergüenzas. Ninguna de las interrogantes sobre él –ese testamento que ya es solo una carta ni siquiera presentada; la multiplicación de esos caudales que parece el milagro de los panes y los peces; el famoso tres por ciento bajo su largo mandato– quedó aclarada, apareciendo, en cambio, su patética desnudez, que en vano trató de ocultar bajo el patriotismo.
El ex Molt Honorable salió del lance bajo más sospechas de lo que entró. Intenta salvar a su familia de sangre y a su familia política, tarea inmensa, sobre todo con lo poco que puede mostrar en su defensa. Si no le queda más remedio que elegir, todo apunta a que elegirá a sus familiares, no dudando en arremeter contra sus correligionarios, como ya hizo en la comparecencia, amenazándoles con esa parábola del árbol y las ramas, que si se cortan arrastrarán al tronco. Nada de extrañas, pues, las prisas de CiU y de todo el independentismo catalán por tener su propia Justicia para «yo me lo guiso y yo me lo como».
La gran incógnita es: ¿están dispuestos los catalanes a ponerse en sus manos?
JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 28/09/14