Santiago González, santiagonzalez.wordpress.com, 4/2/12
José Luis se ha ido en un alarde de coherencia. Su discurso de despedida fue leve, como lo habían sido todos cuantos le habían precedido en los últimos doce años: una pompa de jabón con sus irisaciomes, el plop sin ruido que hace al estallar y el rastro mínimo que deja: apenas una gota de agua.
La foto de Reuters explica la cuestión, la soledad en el adiós. El llorón socialdemócrata que todos tenemos dentro agazapado ya incurría: “sólo y desnudo, como los hijos de la mar”, si no fuera porque los hijos de la mar no tienen sinecura en el Consejo de Estado ni pensión de expresidente.
No hay conde de Abraños sin su fiel Zagallo y el de Zapatero se llama Luis Rodríguez Aizpeolea, que hoy anuncia las memorias del ex presidente. Hoy da un anticipo con los materiales del discurso: todavía considera que el PSOE (no él, que se quitó de enmedio) perdió las elecciones porque él le evitó a España el destino de Grecia, con aquellas medidas que le dictaron por teléfono Obama, Merkel, Sarkozy y Hujintao. Esta es la prueba del razonamiento cubista (según definición creo que de Picasso) del ex ex: una distorsión que muestra la cara y el culo al mismo tiempo.
El razonamiento admite que de seguir así, de no haber corregido radicalmente su manera de gobernar la economía aquel 10 de mayo, la economía española habría seguido camino de la bancarrota. Pero al mismo tiempo, aquella política tan agradable (400 euros a cada ciudadano, 2.500 a cada parturienta, plan E, 21o euritos para que los jóvenes puedan emanciparse) nos hacía ganar las elecciones. Él presenta los hechos como si hubiera podido hacer otra cosa, como si la opción era la victoria del partido o la economía española. Nunca hubo esa elección: si no hubiera hecho lo que hizo, la economía española habría quebrado y con ella su partido. Antes del 20-N.
Santiago González, santiagonzalez.wordpress.com, 4/2/12