- La Tercera España es un santuario para todas las personas de nuestro país orgullosas de ser españolas, dispuestas a cooperar honradamente para vivir en un país sin bloques ni frentismos.
Todos recordamos los juegos de nuestra infancia, con aquellos lugares únicos y excepcionales que se consideraban la zona franca donde se estaba a salvo de los ardides o avances del resto de los participantes.
Ese concepto del santuario se mantiene en la vida adulta de manera casi literal, inherente a la humanidad y a su naturaleza dual de perseguidores versus perseguidos.
Históricamente, el concepto se remonta a la Grecia clásica, cuyos santuarios estaban entre lo divino y lo humano. Pero tenían ese componente seudomágico, si se quiere, de ciudadela bienhechora donde no puede suceder nada malo, porque la propia índole autodefensiva del lugar lo impide.
La noción de que a las personas perseguidas se les debe dar refugio es milenaria, primordial y consustancial a la especie humana. Los estudios de antropología demuestran que esta noción del cobijo legítimo contra el acoso de personajes poderosos o grupos de poder es universal, ya que figura en todas las épocas, culturas y zonas geográficas. La ciudad refugio se menciona en el Antiguo Testamento, lo que indicaría una presencia ancestral del santuario en Oriente Próximo y en el norte de África.
En un marco actual, los lugares de nuestro planeta que operan como santuario o refugio político son tan numerosos como diferentes. Cada cual tiene sus recursos y sus métodos para proteger a personas o colectividades específicas, dependiendo de su contexto nacional y de su relación con el gobierno correspondiente.
Pero si algo comparten todos estos proyectos es la discrepancia frontal, por no decir la impugnación, de unos poderes fácticos que ejercen su influencia omnímoda e injusta. Desafían el statu quo de su propio ámbito, formando un «nosotros» nuevo y superpuesto a las estructuras y las dinámicas convencionales. El objetivo es amparar, defender y refugiar a todas las personas que, no estando legalmente bajo su responsabilidad, se hallen en una situación de indefensión.
Este concepto del santuario político define a La Tercera España. La formación representa a un país real superpuesto al país irreal de los gerifaltes políticos, esos enemigos del bienestar a quienes mantenemos con nuestro dinero público.
«Es a los españoles no radicalizados —el grupo mayoritario— a quienes ofrece La Tercera España su ciudadela bienhechora»
En marzo de este año decía el sociólogo Emilio Lamo en un tuit —con un gráfico de autoubicación ideológica del CIS— que «Los españoles llevan siendo de centroizquierda casi treinta años sin variación. No se han radicalizado. Los que se han radicalizado son los políticos». Matizaba Lamo que no todos los líderes españoles han virado hacia el extremismo, pero que en nuestro país hemos tenidos una sucesión de «gobiernos radicales administrando a ciudadanos que no lo están».
Es a estos españoles no radicalizados —el grupo mayoritario de una población secuestrada por políticos disfuncionales— a quienes ofrece La Tercera España su santuario, su espacio de autodefensa común, su ciudadela bienhechora.
Ya lo decíamos en el Manifiesto Fundacional del 17 de septiembre, que firmábamos Gabriel Tortella, Iñaki Ezquerra y yo, junto a Fernando Savater, Francesc Carreras, Francisco Sosa Wagner, Andrés Trapiello y otros 40 profesionales liberales:
«En la presente coyuntura, algo fundamental se echa de menos en nuestra estructura política: un partido de izquierda no populista y no personalista, un partido moderno, de corte socialdemócrata, europeo, de conductas transparentes, democráticas y no jerárquicas, que permita a los votantes españoles recuperar las prácticas, valores e instituciones de la Transición española, universalmente admirada, y que dio lugar al más largo período de concordia, bienestar y desarrollo de nuestra historia reciente.»
Y así es. Falta en el escenario político una izquierda reformista, consciente de España y enfocada al futuro.
[Fernando Savater: «España ya se ha roto, pero muchos de sus enemigos viven de ella, de saquearla»]
Una izquierda que vuelva a rechazar los privilegios y que defienda la igualdad primera e imprescindible: la igualdad de los españoles ante la ley.
Una izquierda de concordia que defienda la necesidad de mirar hacia fuera, a Europa, al mundo.
Muchos creen que esa izquierda no existe. Nosotros creemos que ya ha llegado, o que siempre ha estado aquí, y que se llama La Tercera España.
La Tercera España es un santuario para todas las personas de nuestro país orgullosas de ser españolas, dispuestas a cooperar honradamente para vivir en un país sin bloques ni frentismos.
Sin élites extractivas financiadas por mayorías manipuladas.
Sin perseguidores ni perseguidos.
Una España en pie y caminando junta hacia delante. En armonía, en equidad, en justicia, en unidad. La España que, probablemente, quiere la gran parte de los españoles.
*** Gabriela Bustelo es periodista.