De entre todas las resurrecciones que habrá que lamentar al hacer balance de este 2023, la de José Luis Rodríguez Zapatero podría ser la más relevante. Debía ser grande la deuda de karma que acumulábamos para haber sido castigados con el regreso del exmandatario leonés. Sobra decir que no es casual que tras la parusía de ‘Los Migueles’ y su conquista de Prisa y de alguna que otra posición clave –como la de confesores jesuíticos del presidente- haya aflorado la figura del exjefe del Gobierno. Quien conoce bien a estos personajes sabe que llevan muchos años recitando el mantra de que a Zapatero lo mató la crisis de 2008, la cual ensombreció sus excelso currículum como presidente y su carrera como estadista.
No es casualidad que en estos meses se haya dedicado a saldar algunas cuentas pendientes. La más evidente fue la que sucedió durante la pasada campaña electoral, cuando pregonó a los cuatro vientos que el mérito de haber terminado con ETA fue de su Gobierno y de su estrategia política y policial, algo que recitaron hasta la extenuación, con tono de guacamayo, sus grandes defensores mediáticos. Desde la que fue su gran asesora de prensa hasta los antiguos responsables de la licencia de LaSexta, que todavía acumulan un poder que asusta. Un poder capaz de tumbar al más rocoso.
Zapatero visitaba este lunes el programa de Carlos Alsina en Onda Cero y volvía a tratar de limpiar su imagen al atribuirse el mérito de la reformulación del Estatuto de Cataluña de 2006. El discurso que han mantenido desde el entorno zapaterista es que ese PSOE entendió a la perfección la sensibilidad especial de las “nacionalidades históricas” españolas y de ahí que se aprobara esa nueva norma institucional, que fue a posteriori vapuleada por el Tribunal Constitucional, que actuó con una especial animadversión contra Cataluña. La propia de los conservadores, ergo peores demócratas.
Lo que ocurre es que Zapatero –especialista en mentir con sonrisas y en adornar las falacias con frases tan rimbombantes como vacías- ha transmitido este lunes algo que no es cierto, y es que siempre se posicionó en contra de la citada decisión del Constitucional, al considerar que iba a incendiar la política catalana. Alsina había preparado la entrevista y demostró que las palabras del socialista eran un embuste, dado que, en su día, dijo: “En cuanto pase el ruido de los primeros días la sentencia quedará como un hito”. No todos los periodistas –y menos los múltiples mariachis monclovitas– serán igual de incisivos, así que con un poco de paciencia y alguna que otra intervención a mayores, seguramente pueda curarse la herida abierta en Onda Cero.
La palabra «conflicto» para manipular la realidad
Porque la estrategia del expresidente leonés es de transmitir que existe un “conflicto catalán” –la propia expresión es malévola- y que el Estado debe negociar con los independentistas para tratar de solucionar ese entuerto, al igual que su gobierno hizo con ETA en su día para terminar con el “conflicto vasco”. ¿Y por qué comenzaron las hostilidades en Cataluña? Para Zapatero, por el boicoteo del Estatut. Nada tuvo que ver el hecho de que Artur Mas se entregara al catalanismo más fatuo y revanchista para frenar su pérdida de popularidad, derivada de las fuertes protestas que se desarrollaron en la región tras los tijeretazos a los que obligó ‘la gran recesión’. Para el PSOE, todo es culpa de aquel Tribunal Constitucional conservador. Repite mil veces una mentira y espera a ver lo que ocurre.
Así que ahora ZP recorre los medios de comunicación como el máximo defensor de la opción de la amnistía, con argumentos tan peregrinos como el que afirma que las democracias más fuertes del mundo han recurrido a esa opción en “decenas de ocasiones”. Como siempre que el PSOE se siente cuestionado en el terreno patrio, hay alguien de Ferraz que señala a Europa para intentar demostrar que allende nuestras fronteras hay un pensamiento más evolucionado, en la estrategia más propia de los paletos de boina enroscada y los que emplean a menudo las falacias de autoridad para tratar de imponer sus argumentos. Para lo demás, basta con recurrir a los Vidal-Folch de turno para que publiquen lo que se debe publicar.
¿Dónde estás, Iván Redondo?
A la vista de los acontecimientos, habrá quien haya comenzado a echar de menos a Iván Redondo, en cuya cabeza de Rainman demoscópico se gestaban planes rimbombantes e inverosímiles, pero que, desde luego, eran menos lesivos para España que los que dibujan los cortesanos del zapaterismo, que además de transmitir el argumentario que interesa en Moncloa, están especialmente interesados en su redención y, en algunos casos, en ganar dinero.
El mejor ejemplo en este sentido sucedió hace unos meses en RTVE, cuando el exjefe del Gobierno fue invitado por Julia Otero a su programa en el prime time de La 1. La aguerrida periodista le dedicó honores de “presidente” y le entrevistó con la misma fiereza con la que se emplearía un felino capado. A su lado, se encontraba José Miguel Contreras, el empresario mediático más cercano a Zapatero y quien ejerce las veces de productor del espacio de la Otero.
La empresa que factura este programa es LA COproductora, que le compró Prisa a Contreras hace un tiempo. La Prisa de Miguel Barroso –consejero dominical por Amber-, de Pepa Bueno –la musa de la RTVE de Zapatero- y compañía. La audiencia del magacín fue penosa en su primera temporada. Su coste ascendió a 5 millones de euros. No es casual que la RTVE de Elena Sánchez –amiga personal del expresidente- decidiera introducir este espacio en su parrilla de programación. Todo queda en familia, como quien dice.
Quien viera aquel programa y el tono de estadista que utilizó el socialista podrá llegar a la misma conclusión, y es que este tipo no sólo busca echar una mano a Ferraz y a Moncloa, sino también limpiar su imagen y quitarse de encima alguno de los pecados que le imputaron –considera- de forma injusta. Ahora toca decir que sólo el PSOE entiende España y tiene la voluntad necesaria para resolver sus “conflictos”. ¿Y si eso implica desdecirse? No hay problema. Mentir y manipular nunca viene mal en estos casos. ¿Y si Alsina te coge en un renuncio? Pues ya habrá otro que sea menos avispado. Ya lo buscarán Barroso y Contreras.