EL MUNDO 27/03/17
FERNANDO PALMERO
HA ESCRITO David Rieff que prefiere la paz a la justicia, y que por eso, para lograr la reconciliación, pongamos por caso en el País Vasco, es preferible olvidar a mantener vivo el recuerdo. Rieff, que en Elogio del olvido no habla de ETA, sí señala, sin embargo, los casos de Irlanda y el de la España de la Transición. En ambos, dice, fue preferible dejar pendiente la justicia para facilitar la paz. Pero el de Rieff, como el de todo pacifista, es un argumento tramposo. La paz y la justicia no tienen por qué excluirse, aunque la Historia esté llena de ominosos ejemplos de lo contrario. Los pactos de silencio no buscan pacificar, sino garantizar la impunidad de los criminales. Como publicaba este periódico ayer, desde hace más de cinco años el Gobierno parece decidido a consumar el proyecto de Zapatero y Rubalcaba para ceder a las pretensiones etarras. Pero si a los asesinos se les permite salir de la cárcel y se olvidan los casi 300 atentados sin resolver, no podrá llamarse paz a lo que de ahí surja. Quizá, sí, equilibrio, estabilidad. Pero habrá que valorar si merece la pena pagar ese precio.