La tregua que ETA no quería declarar

De los adjetivos de la tregua, el más importante es el que no empleó ETA: el de definitivo. Y no es un olvido. Un cese del terrorismo definitivo es muy distinto a una tregua, supone anunciar que no va a haber vuelta atrás y por eso no lo ha empleado la banda. ETA sigue considerando válido el empleo de las armas, la “estrategia político-militar”, y así se lo hizo saber a Batasuna en una comunicación habida en los meses finales del año.

Al fin, el día 10 de enero, ETA sacó el comunicado que sus próximos llevaban meses anunciando. La banda terrorista se ha declarado en tregua “permanente, general y verificable”, lo que ha sido considerado insuficiente. Incluso Batasuna, a pesar de la escenificación pública, se ha sentido insatisfecha.

La declaración de la tregua se produjo el día en que se cumplían 519 días sin que ETA hubiera atentado en España, diecisiete meses sin ataques terroristas que no eran resultado de ninguna tregua previa, sino consecuencia del acoso al que había sido sometida la banda. Ese acoso le había obligado a volcarse sobre su propia reorganización y refuerzo de su seguridad para sobrevivir, renunciando a cometer más atentados en este tiempo.

El acoso policial no sólo ha provocado una falta de atentados de ETA, también ha tenido otros efectos en la organización terrorista. El más destacable de ellos es la erosión del liderazgo de la banda sobre su propio entorno político. Los jefes de ETA han dejado de tener la influencia que tenían sobre los dirigentes del brazo político de la banda y ello se ha debido al continuo cambio de líderes al frente del grupo terrorista.

La acumulación de actuaciones policiales ha impedido en los últimos años la consolidación de un liderazgo sólido, cuya autoridad fuera reconocida sin discusión por el entorno político. Y ante esa falta de una autoridad, se ha producido una mayor autonomía de los dirigentes de Batasuna que, por vez primera, han comenzado a cuestionar las decisiones del grupo terrorista. La necesidad de Batasuna de volver a la legalidad le ha llevado a empujar a ETA hacia la tregua. Pero durante mucho tiempo, Batasuna no se ha atrevido a enfrentarse a ETA. Por eso optó por recurrir al abogado sudafricano Brian Currin para que buscara respaldo internacional y dirigiera a ETA la petición de tregua que la propia Batasuna no se atrevía a formular abiertamente. Ese movimiento se plasmó en la declaración de Bruselas que, en marzo de 2010, formuló el llamamiento a ETA.

Acosada policialmente, interpelada por los firmantes de la declaración de Bruselas y, más tarde, por la propia Batasuna a través de la declaración de Gernika, ETA se ha resistido durante todo el año pasado a declarar una tregua. En su esquema, las treguas tienen que ser el resultado de un compromiso establecido con otros interlocutores, preferentemente el Estado. Así había ocurrido en las anteriores treguas declaradas por la banda en 1989, 1998 y 2006.

En esta ocasión ETA ha tratado de mantener el esquema todo el tiempo que ha podido. A mediados del año pasado hizo un intento para conseguir un acuerdo con el Gobierno español, pero sin éxito. Su siguiente movimiento fue las tres declaraciones que realizó en el mes de septiembre –el día 5 en la BBC, diez días más tarde en un comunicado dirigido al ámbito internacional y el día 26 al Gara–, en las que se ratificó en la postura de rechazo a una tregua unilateral. Trató de calmar las presiones oficializando el parón técnico en el que se encontraba desde febrero dándole un barniz de intencionalidad política. La maniobra no tuvo éxito y dejó insatisfecho a todo el mundo, incluido su entorno político. Después, abrió un debate interno limitado a los miembros en activo y a algunos que se encuentran en Latinoamérica. Los presos no fueron incluidos en esta consulta.

Los firmantes de la declaración de Bruselas reclamaron a ETA una tregua “permanente y completamente verificable”. Y la banda ha aceptado afirmar que su alto el fuego puede ser verificado “por la comunidad internacional”. De los adjetivos de la tregua, el más importante es el que no empleó ETA: el de definitivo. Y no es un olvido. Un cese del terrorismo definitivo es muy distinto a una tregua, supone anunciar que no va a haber vuelta atrás y por eso no lo ha empleado la banda. ETA sigue considerando válido el empleo de las armas, la “estrategia político-militar”, y así se lo hizo saber a Batasuna en una comunicación habida en los meses finales del año.

Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 16/1/2011