IÑAKI EZKERRA-El Correo

  • Los indultos dividirán a la oposición si Casado cede el liderazgo de la protesta a Vox

Se ha dicho que los indultos a los sediciosos del ‘procés’ van a ser la tumba de Sánchez y uno no estaría tan seguro. Que Iván Redondo diga que «lo primero que tiene que hacer un asesor es tirarse por el barranco por el presidente» es, ciertamente, un síntoma de desesperación. El primer lapsus que hay en esa frase tomada de ‘El ala oeste de la Casa Blanca’ está en ese «lo primero» que no dice la cita original de la teleserie y que resulta absurdo. Lo primero que debe hacer un asesor es asesorar. Ya habrá tiempo para tirarse por el barranco si yerra en sus consejos. Si lo primero que tuviera que hacer un asesor es tirarse por un barranco, cabe preguntarse a qué espera Redondo.

Por otra parte, la propia identificación de los indultos con esa vertiginosa imagen conlleva un reconocimiento implícito del carácter suicida de los mismos. Yo creo que a Redondo le ha traicionado la lírica de la sobreactuación. Ya el recurso al dramatismo supone un desliz imperdonable en alguien a quien se le supone una cabeza fría. Su calentón me ha recordado una escena del ‘Calígula’ de Camus en la que un patricio dice estar dispuesto a ofrecer su vida para que el emperador sane de una afección estomacal y en la que el sátrapa acepta su ofrenda asegurando que ya se siente mucho mejor. La verdad es que el gesto de Iván Redondo es un tanto temerario teniendo de presidente a un Caligulín posmoderno que confunde potestad legal para indultar con poder absoluto por encima del Supremo.

Dicho esto, vuelvo a mis dudas sobre los sepulcrales efectos de ese indulto para Sánchez. La provocación de esa prerrogativa sería de tal calibre que puede dividir más que unir a la oposición si el PP permite que Vox tome la delantera en la movilización contra ella. La primera que pareció darse cuenta de esa posibilidad en el partido de Casado fue Cayetana Álvarez de Toledo, que es una de las caras visibles de la Plataforma Unión 78, convocante de la manifestación del 13 de junio a la que pretende ir de incógnito un Casado que prefiere moverse en la protesta de baja intensidad y perfil institucional.

Casado tiene un problema: que no es Ayuso la que hizo casadismo para ganar las elecciones madrileñas, sino él quien deberá hacer ayusismo si quiere ganar las próximas generales. Y, para que esa conversión a la fe ayusiana adquiera alguna verosimilitud, debe rectificar y caerse del caballo táctico en lugar de subirse a caballo ganador como hizo la noche del 4-M. Dicho de otro modo, un neoayusismo de laboratorio con Cayetana castigada contra la pared no resulta convincente. Y hay algo peor que estar en la foto de Colón: no estar y dejar que Abascal chupe más cámara que el descubridor de América.