LA RAZÓN, 8/7/12
Las fiestas de los pueblos y barrios del País Vasco y Navarra se convierten en verano en un refugio de impunidad para homenajear a los etarras
MADRID- Los pueblos y ciudades de País Vasco y Navarra celebran en verano sus tradicionales fiestas. Es el momento en el que la izquierda abertzale encuentra su espacio de impunidad, porque en fiestas se vuelve más permisivo. Bajo el chupinazo de la «normalización» que pregonan, se organizan para imponer sus postulados, el miedo, pasear los retratos de los presos de ETA, reivindicar su libertad y recaudar fondos. Las fiestas se convierten en su fuente de financiación, de presencia pública de Batasuna además de una manera de captar jóvenes para la causa abertzale.
Muchas de las «txoznas» –casetas– instaladas en las fiestas del País Vasco tienen la rúbrica de diferentes tentáculos del entorno de ETA. Entre ellas, «Txori Barrote», formada por familiares de presos, «Kaskagorri» que aglutína a los jóvenes de Segi, «Eguzkizaleak» la ecologísta que abandera la lucha contra el Tren de Alta Velocidad o «Mamiki» la asociación feminista de la histórica Batasuna. Todas tienen una misma finalidad: recaudar fondos para los presos de la banda terrorista y su entorno.
Al margen del programa de fiestas del Ayuntamiento, estas «txoznas» tienen sus propios programas alternativos con sus conciertos, actividades, homenajes… Suelen protestar enérgicamente contra la entrada de la ertzaintza en el recinto ferial y más aún cuando acude a retirar alguna fotografía o cartel que enaltezca al terrorismo.
Emplean el negocio de la hostelería para recabar fondos bien para los familiares de los presos o para los etarras encarcelados. En cualquier caso, durante las fiestas están muy presentes. En cada actividad se les rinde homenaje, se les nombra, se brinda, y en algunas comparsas su fotografía forma parte del mobiliario. Sólo la comparsa de «Kaskagorri» aglutina más de 20 presos de ETA entres sus miembros a los que denominan «kaskarepresaliados». Entre ellos tiene un lugar destacado para uno de ellos murió en un tiroteo con la Ertzaintza.
En Pamplona, durante los sanfermines no sólo han impedido que se llevara a cabo el tradicional «Riau-Riau», sino que al paso de las comparsas y al son de la música van pegando por las calles fotografías de los presos de ETA y reivindicando la anexión de Navarra.
En los pueblos en los que gobierna Bildu la impunidad se hace más evidente. Desde ofrecer «souvenirs» de presos por un euro en Andoain a realizar parodias como la del año pasado en Alsasua o reclamar la libertad de los presos desde el balcón del consistorio es algo común. También, y con la firma del Ayuntamiento han llegado a convocar concentraciones por los presos, como la prohibida en Sopelana. Algunos hosteleros realizan las fiestas al margen de la comisión de festejos que en los grandes barrios de Bilbao como Rekalde, Santutxu, Deusto, Zorroza o San Ignacio también están dominados por la izquierda abertzale. Las «txoznas» llegan a recaudar grandes cantidades de dinero sin pagar tasas, ni impuestos ni licencias de hostelería. En algunos casos reciben subvención que puede llegar hasta los 3.000 euros. Y a pesar de su proclama independentista, siguen conservando los toros como ocurre en los pueblos guipuzcoános de Azkoitia, Azpeitia o Tolosa. En algunas zonas son las fiestas de la impunidad y del miedo.
LA RAZÓN, 8/7/12