La verdad: Hacen falta mercenarios

ABC 23/12/14
RAMÓN PÉREZ-MAURA

· Sus muertos no reciben honores ni salvas de ordenanza Y sus viudas reciben pensiones muy superiores a las nuestras

SEAMOS sinceros» arrancaba la tercera de Ángel Expósito del pasado viernes sobre el reto que representa la amenaza del Terrorismo Islámico. Y no sé si le faltó un punto de sinceridad. Cuando se preguntaba «¿Cómo se combate a estas bestias de la yihad? ¿Se las puede vencer sólo con bombardeos aéreos y misiles mar/tierra? ¿Se puede vencer este nuevo modelo de guerra sin botas sobre el terreno?», pudo decir algo que británicos y norteamericanos llevan años haciendo y con toda probabilidad va a ir a más: el empleo de ejércitos privados, vulgo mercenarios.

Sí, es verdad. Ni la sociedad española ni casi ninguna de las sociedades occidentales están dispuestas a ver a sus hombres regresar a casa en bolsas negras después de caer muertos en tierras lejanas por amenazas cuya enorme trascendencia se difumina en nuestras calles. Durante años hemos confiado esa responsabilidad a nuestros aliados norteamericanos con alguna ayuda europea. Pero hasta ellos han llegado al límite. Y en España nos hemos inventado una nueva carrera militar tan estupenda que ahora es equiparable a la carrera de ingeniero. ¿Eran ingenieros los hombres que envió Obama a matar a Bin Laden en Abbottabad? ¿Son los ingenieros los que van a poner sus botas sobre el terreno para combatir ese Terrorismo Islámico?

El segundo mayor ejército desplegado en Irak después de la invasión de 2003 no fue el español, ni el polaco, ni el británico… fue el ejército privado de Aegis, una compañía a la que contrató el Gobierno norteamericano, que desplegó más de 20.000 hombres durante años y que aún hoy si gue allí sobre el terreno. Sus muchos muertos no reciben honores ni salvas de ordenanza. Los medios de comunicación no nos interesamos por ellos. Y sus viudas y huérfanos reciben unas pensiones muy superiores a las de nuestros soldados.

El presidente de Aegis, por emplear como referencia a una de las grandes compañías en la materia, es Nicholas Soames, diputado conservador británico y nieto de Winston Churchill. Pero el dueño y fundador de la compañía es el teniente coronel Tim Spicer, con quien he compartido muchas largas veladas entre Malta y Bombay. Creo que en España Spicer sólo ha aparecido en los papeles por haberle levantado su mujer a Damien Hirst, el taxidermista ensalzado como artista de vanguardia. Lo que no veo que nadie quiera afrontar sin complejos es la dura realidad: ya no estamos dispuestos a luchar por nuestra sociedad. No queremos enviar a nuestras tropas a defendernos frente a quienes nos decapitan. Y cada vez más vamos a necesitar de empresas privadas de seguridad como Aegis para que un chico de Alcaudete de la Jara haga sobre el terreno lo que nadie quiere que haga bajo bandera española un chico de Alcaudete de la Jara.